«El virus no se ha marchado y quizá podamos servir de ejemplo para todos»

Para Ernesto Sainz Lanchares, alcalde de Salvatierra, ayer fue un día de locos a causa de esos 691 puntos de incidencia acumulada del covid en su municipio, después de producirse 25 contagios en la última semana. Tras mantener «una continua coordinación con Sanidad», el regidor no atinaba a explicar la razón exacta de ese repunte. Se sabe que puede tener un origen en la comunidad escolar y, de hecho, algunas aulas de los colegios Lope de Larrera y Lautada Ikastola se cerraron ayer, confinando a los alumnos en sus casas. «Pero aún no sabemos a cuántos afecta». En cualquier caso, los fríos datos indican que «el virus no se ha marchado y esto va para todos, para la gente de Salvatierra, pero también para el resto. Quizá podamos servir de ejemplo».

La sensación entre los vecinos del pueblo es, en todo caso, de una «preocupación moderada». Ayer se les veía en bares o reuniones con aparente tranquilidad. «Tengo a los tres nietos confinados aunque, por suerte, el mayor y la pequeña ya han dado negativo», respiraba aliviado Diego Expósito mientras daba una vuelta por las calles del único de los municipios alaveses que en estos momentos se encuentra en la zona roja del semáforo covid. Aunque este aitite se confiesa tranquilo - «mañana (por hoy) me darán la vacuna de la gripe y en un mes la tercera dosis»-, le preocupa el impacto de las «no-fiestas» de Agurain celebradas durante los dos primeros fines de semana de octubre. El segundo coincidió, además, con el levantamiento de las restricciones. Los vecinos del pueblo ya saben lo que es pasar semanas anclados en la zona roja y vivieron un cribado después de Reyes. En esos momentos la tasa superaba los 600 casos, tal y como ocurre ahora. «Bueno, la gente se reunió con normalidad. No sé si eso habrá influido».

Aunque desconocen el origen del brote, los padres de los colegios del municipio coinciden en que los niños se juntaron en momentos como las fiestas y las actividades extraescolares que comparten. «Estuvimos en las barracas y no me pareció que hubiera mucha limpieza de los espacios entre niño y niño», recuerda Alma Haklaj, madre de la pequeña Jana, de 5 años.

Pese a todo, entrar en zona roja ya no tiene las mismas implicaciones que antes. «Hemos preguntado si se podía entrar en Agurain antes de ir a trabajar porque recordábamos los cierres de hace unas semanas y no hay problema», apuntan Yolanda Lasa y Ana, guías turísticas que desde verano enseñan el pueblo a los turistas. Sin embargo, ayer el alcalde no se acostó tranquilo del todo. «Los positivos se localizan aquí, pero la gente se mueve mucho».

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