El acusado de matar a Pilar Arbulo admite que la abandonaron «malherida» en el ascensor
El Juzgado de Instrucción 2 decreta su ingreso en prisión y le imputa por robo con violencia y homicidio, al igual que a su cómplice, que declarará esta semana
La abandonaron a su suerte en el ascensor del número 3 de la calle Hortaleza. A sabiendas de que se hallaba «malherida». Así lo reconoció ... ayer el hombre de 33 años acusado de participar en el homicidio de Pilar Arbulo, la vecina de Aranbizkarra fallecida el martes 14, a los dos días de ser asaltada por este varón y por un cómplice, de 25 años y en prisión desde hace una semana por otra causa penal.
Según se desprende de sus declaraciones tanto en sede policial como judicial, este sospechoso admitió asimismo que tanto él como su socio se dedican a «robar» a personas mayores. Los investigadores de la Ertzaintza ya han obtenido evidencias de su participación en cinco atracos similares cometidos entre el 11 y el 15 de mayo. Uno es el de Pilar, de 75 años.
Ayer, a eso de las 16.30 horas, este «delincuente habitual» ingresó en el centro penitenciario de Álava en calidad de preso preventivo por mandato del Juzgado de Instrucción número 2 de Vitoria. Intramuros podría coincidir con el otro investigado por el crimen de esta vecina de Aranbizkarra, que falleció por un «traumatismo craneoencefálico» a los dos días de sufrir el asalto presuntamente a manos de estos dos jóvenes.
Sin dudas sobre su autoría en el robo, el juzgado y la Ertzaintza trabajan en atar todos los cabos sueltos sobre su implicación en esta muerte violenta. Por cierto, el viernes fueron necesarios más de diez agentes para arrestar al sospechoso de 33 años, quien se resistió.
Según ha sabido este periódico, este investigado ha matizado su versión de los hechos. Ahora habla de un posible 'accidente' al intentar arrebatar el bolso a su víctima, acción que presuntamente atribuiría a su socio.
El domingo 12 hicieron, al menos, tres 'trabajos'. Siempre con personas mayores. El de Pilar fue el tercero. Tras supuestamente seguirla cuando retornaba de una lavandería, los tres subieron en uno de los dos elevadores del bloque de la calle Hortaleza. Siempre según la versión de este hombre, su compinche intentó quitarle el bolso, ella se resistió, tropezó y, al caer, se golpeó con la cabeza en el suelo o en la pared. Al no haber más testigos, la autopsia resultará determinante. El informe preliminar sí señaló un golpe en la cabeza como causa de la muerte. Los vecinos y policías que la atendieron cuando aún estaba consciente reflejaron que tenía la «cara ensangrentada», como si hubiera recibido algún puñetazo.
Imágenes y testigos
La Ertzaintza cuenta además con imágenes de los dos ladrones en las cercanías del edificio donde vivía Pilar. Ambos son originarios de Europa del Este. Y un detalle vital para la investigación. Un testigo sitúa a ambos varones en las proximidades del número 3 de la calle Hortaleza. Queda, no obstante, la versión del segundo sospechoso, en prisión por una causa de violencia de género. En los próximos días acudirá al Palacio de Justicia a aportar su versión de los hechos.
Este investigado, de 25 años, salió a la luz gracias a la Policía Local. Este cuerpo le seguía la pista por dos robos cometidos la mañana del domingo 12 y de similar factura al de Pilar. Tenían imágenes de cámaras. Hasta que, hace ahora nueve días, llegó a sus oídos que este chico «podría estar implicado en el asalto mortal». Trasladaron la información a la Ertzaintza, que culminó con su imputación y la del varón de 33 años.
Una relación delictivafraguada en Zaballa y en un centro social
Los dos investigados por el homicidio de Pilar Arbulo se conocieron en una estancia anterior en el centro penitenciario de Álava, conocido popularmente como Zaballa. Ambos cuentan con un profuso historial delictivo y de drogadicción. De esta forma, este mismo mes habrían coincidido en el COTA, acrónimo del Centro de Orientación y Tratamiento de Adicciones. Siempre según la versión del sospechoso de 33 años, su cómplice le propuso dedicarse a robar a personas mayores. Éste segundo se encargaba de engatusar a las víctimas con excusas como que tenía sed, mientras que su compinche les hurtaba objetos personales. El sábado 11, por ejemplo, se llevaron una cadena de oro de un piso de Zaramaga.
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