Abrir caminos en vez de trincheras
Este período preelectoral puede ser momento adecuado para preguntarse qué les podemos pedir a nuestros políticos. Prefiero hablar de aquellas cosas que conozco más, como ... es todo lo relativo al espacio sociosanitario, competencia en gran medida de las políticas más locales y cercanas. Hay que reconocer el avance en este campo en muchas áreas, pero aún hay un largo recorrido por delante.
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El espacio sociosanitario es el que abarca la atención de personas que requieren tanto apoyos sociales como sanitarios. Aunque las competencias son de las instituciones, en el espacio sociosanitario participamos, o podríamos participar todos. Hay voluntarios, asociaciones de pacientes, organismos como Cruz Roja, centros terapéuticos y otros. Las necesidades son siempre mayores que los recursos y se producen tensiones en el sistema. Sin embargo, creo que es en estas áreas, sanidad y servicios sociales, donde es más importante tender puentes entre todos los partidos para mejorar el sistema de bienestar. Ya adelanto que lo que pido se centra en la atención a la salud mental. Se refiere a empleo protegido y flexible, y agilización de la burocracia para las personas con enfermedad mental.
Me gustaría pedir menos tiempo de burocracia y espera para las personas con enfermedad mental
El afán de cuidar está dentro del ser humano desde la prehistoria, según se demuestra en hallazgos arqueológicos. Personas con fracturas sobrevivieron solo porque algunos se pararon para acompañarlos o los cargaron a sus espaldas, arriesgando sus vidas por esos seres queridos. La solidaridad está dentro de nosotros, y es parte de la grandeza del ser humano. Esa grandeza nos consuela de nuestras limitaciones. Las enfermedades nos acechan, las mentales aparecen en más de la mitad de los casos antes de la vida adulta, truncando planes y produciendo un dolor que por su estigma se esconde. El estigma es un abismo que lo invade todo. Es más difícil acercarse a solicitar ayudas cuando se padece una enfermedad mental. Y por mucho que se necesite, si no te acercas no obtienes la ayuda. Como consecuencia de las enfermedades mentales las personas que se ven afectadas por ellas tienen más soledad, menos apoyos y más dificultades. Por eso las valoraciones de dependencia se solicitan más tarde de lo deseable. Así que me gustaría pedir menos tiempo de burocracia y de espera para las personas con enfermedad mental. Y flexibilidad en el empleo: contratos a tiempo parcial y empleos para necesidades no cubiertas, que pueden ser de carácter social. Pondré un ejemplo: hay siempre personas hospitalizadas que no reciben visitas de familiares. Los pacientes ingresados en las unidades abiertas de salud mental pueden salir acompañados, pero esas personas solitarias, sin familia ni amigos, no pueden hacerlo. La soledad acompaña a muchas personas con enfermedad mental. Es un drama humano ver como esas personas miran a los demás salir por la puerta, de paseo con sus familiares, y volver reconfortados. Organizaciones como Cruz Roja, Asafes, Orekabide o Acabe envían a voluntarios, pero no se da abasto. Estos apoyos se podrían profesionalizar, o pilotar mediante proyectos sociales. Con los recursos actuales, basados en el voluntariado es raro que las salidas de estas personas solitarias puedan producirse más de uno o dos días por semana. En una sanidad de orientación comunitaria tenemos que buscar soluciones para las personas excluidas, porque la soledad es muy mala amiga.
De acuerdo con Irene Vallejo la política se esfuerza por fabricar caminos donde otros abrieron trincheras. Esto puede aplicarse fácilmente a la negociación entre partidos. Si hay una trinchera aún no cerrada es la que separa a la persona con enfermedad mental del resto de la sociedad. El espacio sociosanitario tiene la capacidad de trazar esos caminos que integren a los excluidos. Se requieren acuerdos para igualar los derechos de estas personas al resto de la Sociedad. La trinchera del estigma pone trabas a encontrar el camino adecuado para la recuperación de la salud. En palabras de la autora antes citada, el filósofo Epicteto quiso liberar de estigma a las personas con enfermedad, «ni vergüenza ni culpa». Ni vergüenza ni culpa, sin olvidar que todos podemos ser vulnerables a tener un trastorno mental.
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