5.000 palomas ensucian Vitoria
El Ayuntamiento detecta 9 zonas con elevada presencia y 15 de riesgo sanitario que favorecen su proliferación. Las capturará y hablará con quienes las alimentan
No hay rincón de la ciudad que se libre de esos grupos de palomas arremolinadas en torno a unas migas de pan. El problema es ... que la imagen, y su sucio rastro, se repite demasiado, de manera casi insoportable, en algunos puntos. Un estudio ha detectado más de 5.000 ejemplares en sus calles y hasta nueve zonas donde su concentración supera el límite aceptable -fijado en 400-, con el Casco Medieval, Lovaina o Zaramaga a la cabeza. En otra quincena, avisa el documento, existe riesgo higiénico-sanitario por ofrecer el ecosistema ideal (agua, alimento, cobijo...) para su proliferación, como ocurre en la catedral nueva, El Boulevard o varios parques, desde La Florida a El Prado. El Ayuntamiento vitoriano se ha propuesto su captura, pero también quiere hablar con los vecinos que alimentan a estas aves por resultar «un posible vector de transmisión de enfermedades» a personas y otros animales. En definitiva, un peligro para la salud.
El informe desarrollado por una firma especializada para el Consistorio ha rastreado baldosa a baldosa 25,3 kilómetros cuadrados de la capital vasca para retratar la presencia de esta ave. En algunas zonas encontraron unas pocas pero en sus partes preferidas de la ciudad, desde la 'almendra' a Aranbizkarra o Lakua-Arriaga, conviven más de medio millar. El diagnóstico, casi una especie de censo, es sólo el primer paso dentro del plan municipal de gestión de la población de palomas que pretende servir de «experiencia a largo plazo» para controlar su población y, de paso, sus riesgos. Se trata de un animal, recuerdan, considerado «reservorio de una amplia gama de bacterias, virus, hongos y parásitos, algunos de ellos causantes de enfermedades infecciosas». Hasta cuarenta patógenos vuelan con ellas.
«Implicación» vecinal
La solución para su control pasa, por un lado, por los propios vitorianos, a quienes el Ayuntamiento quiere sensibilizar en busca de «su implicación» para mantener la población de palomas a raya. El foco se dirigirá a los vecinos que echan restos de comida, trozos de pan e incluso barras enteras a estas aves, como sucede en la calle Abendaño, para «darles a conocer los riesgos derivados de su modo de actuar», explica la concejala de Deporte y Salud, Livia López. Pero en el Consistorio saben que con estas aves, que se cuentan por decenas y decenas en rincones como Sancho el Sabio, Antonio Machado o la Avenida de Olárizu, no hay diálogo que valga. Y por ello ejecutará otras actuaciones dirigidas a poner coto a sus ejemplares.
POR ZONAS
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Elevada concentración de palomas. Casco Medieval, Lovaina, Aranbizkarra, Zaramaga, El Pilar, Lakua-Arriaga o Arkaute. También hay calles concretas con una elevada presencia, como Abendaño, Sancho el Sabio, Antonio Machado, Avenida de Olárizu o Guayaquil.
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Riesgo higiénico-sanitario para su proliferación. Hay rincones que favorecen su proliferación. Desde la 'almendra' a la catedral nueva, los parques de La Florida, El Prado, Molinuevo y Aranbizkarra, las iglesias de Arriaga, Elorriaga y Arkaute, El Boulevard...
La lista de medidas contempla actuaciones clásicas, que se repiten de manera periódica en diversas urbes, como capturas selectivas de los ejemplares mediante jaulas que funcionan como trampas en aquellos puntos de alta densidad de palomas. El objetivo es «incidir progresivamente en la situación de sobrepoblación» que se da en esos rincones y que en lugares como los patios de colegios provocan más de un quebradero de cabeza. El plan municipal, que aboga por dar con un punto de «equilibrio para la convivencia», incluye asimismo una prueba piloto para el uso de pienso esterilizante que, en una primera fase, se traducirá en la colocación de un dispensador de granos de maíz para medir el peligro de que otras especies lo consuman y la cantidad de producto que cada paloma se lleva al pico. La concejala asume que estos animales «son parte de nuestra biodiversidad pero no podemos obviar las consecuencias para la salud pública que genera su sobrepoblación».
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