«La sed y el hambre no son problema para mí»
El marroquí Yassine Laitoussi, que trabaja con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado en Vitoria, explica los motivos que le impulsan a celebrar el Ramadán
Laura Alzola
Domingo, 25 de junio 2017, 00:56
Yassine Laitoussi nació en Casablanca, Marruecos, hace tres décadas. Vivió en La Rioja durante seis años y, a comienzos de 2016 se mudó a Vitoria para trabajar con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en el ámbito de la acogida de personas solicitantes de asilo en Álava.
¿Cómo es celebrar el Ramadán en Vitoria?
Hay dificultades, como en cualquier ciudad europea. Desde que te levantas hasta la noche al volver de trabajar echas de menos el ambiente cultural y familiar del país de origen. Sientes que la gente no está haciendo lo mismo que tú y eso lo hace un poco más difícil.
¿Cuáles son tus razones para celebrarlo?
Hay varias. Primero, porque nuestra religión nos lo pide. Es ofrecer algo, hacerlo por Dios. Además, el Ramadán es un espacio de observación, de pensamiento, de reflexión en el que dejamos de hacer cosas. Por ejemplo, la gente que bebe alcohol, que fuma tiene una motivación, una oportunidad para dejar de hacerlo. Culturalmente, es un mes en el que se deja de comer, sí, pero no para comer mucho por la noche, sino para cuidarse, para limpiarse por dentro y por fuera, física y también psicológicamente. Y, por último, pero muy importante para mí, está vivir en ti mismo lo que es pasar sed y pasar hambre, ponerte en el lugar de otra persona que está sufriendo de verdad y no sabe que va a poder comer a cierta hora, como tú.
¿Se hace difícil el ayuno?
El Ramadán no es sufrimiento para mí. Creo que la sed y el hambre no son un problema para los musulmanes que lo celebran. No pasa nada. A veces duele un poco el estómago, pero se pasa. Y quienes están más débiles pueden hacer excepciones. Mi padre no ayuna porque es diabético.
¿Cómo influye a la hora de trabajar?
Muy bien, la verdad. Durante este mes me he sentido bastante relajado, con más apoyo de las compañeras, incluso. Además, en mi caso, las personas con las que comparto mi día a día son las usuarias de CEAR, personas que han llegado hace poco a la ciudad. Las considero mi entorno. Trabajo con ellas, pero también comparto su día a día y vivo en sus realidades, sus problemas, tanto si son musulmanes como si no. Este mes se agradece mucho el compartir con ellas el sentimiento del Ramadán, acompañarlas también en esto.
¿Existen espacios para celebrarlo en la ciudad?
Sí, aunque hay mucha diferencia entre el Ramadán en Marruecos y aquí, tengo que decir también que en Vitoria me siento en casa porque se facilitan espacios, tanto por el Ayuntamiento como por la propia comunidad musulmana. Por ejemplo, el momento de iftar, de ruptura de ayuno, en común, en el frontón. O el último día de Ramadán, cuando se hace una oración al aire libre.