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La Diputación busca personas mayores que alojen a universitarios

Seis estudiantes integran la lista de espera de un programa que facilita alojamiento a jóvenes en pisos de ancianos solos a cambio de compañía

Nerea Pérez de Nanclares

Lunes, 6 de febrero 2017, 00:30

El traslado diario en autobús, el alojamiento en una residencia o compartir piso con otros estudiantes son las tres opciones que la mayoría de los universitarios baraja a la hora de organizar el curso fuera de casa. Pero no son las únicas. La Diputación alavesa, a través del Instituto Foral de Bienestar Social (IFBS), les ofrece también la posibilidad de vivir con personas mayores a cambio de compañía. Sin embargo, de este plan sólo se benefician hoy dos parejas. Y seis jóvenes integran la lista de espera.

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La iniciativa pretende fomentar la solidaridad intergeneracional, ofrecer una alternativa barata de alojamiento a los universitarios y proporcionar compañía a los mayores de 65 años que viven solos. Pero pese a los esfuerzos del IFBS por captar interesados y sellar emparejamientos, el plan ha ido languideciendo desde su creación. Arrancó con trece parejas en el curso 2002-03, pasó a quince dos años después y a partir de ahí la participación comenzó a descender. Los responsables de este programa, denominado Alojamiento y Compañía, admiten la dificultad de encontrar personas que quieran abrir las puertas de su casa. «Lo que más les retrae es el miedo a meter a un joven desconocido», apostillan. A los estudiantes, en cambio, les preocupa la responsabilidad de convivir con alguien de avanzada edad, además de la obligación de cumplir horarios y normas.

La lista de ventajas para ambos, en cambio, es larga. «En la persona mayor esta convivencia tiene un impacto muy positivo para su salud y bienestar. Favorece el envejecimiento activo», apuntan técnicos forales. Pero, sobre todo, el anciano se siente más seguro y acompañado. «Se rompe su soledad y aislamiento, con lo que se favorece su permanencia en su domicilio», añaden. Los jóvenes, por su parte, logran una vivienda a un coste reducido. «Así, el precio de un alquiler no supone un impedimento para cursar estudios fuera de casa». Sólo deben pagar 60 euros al mes en concepto de gastos de mantenimiento de la casa. La manutención va por separado, y sobre este aspecto llegan a un entendimiento. El IFBS da al propietario una subvención de 60 euros.

Para participar en este programa, los estudiantes pueden acercase al Punto de Información Juvenil del campus alavés. Los ancianos pueden pedir información a su trabajador social de base. La visita a las oficinas del IFBS o una llamada al teléfono gratuito 900 150 333 son otras vías para resolver dudas. Los técnicos del área de Personas Mayores valoran y analizan las solicitudes pues «antes de formar parejas estudiamos sus perfiles y buscamos afinidades en los caracteres para que la convivencia sea lo más armoniosa posible». Después, se mantienen entrevistas personales, primero por separado y luego conjuntamente.

«Con sensibilidad»

Antes de nada, la Diputación ratifica que los solicitantes cumplen los requisitos exigidos. El universitario tendrá que acreditar que está matriculado en la UPV/EHU y empadronado fuera de Vitoria. «También se pide que tenga una sensibilidad hacia las personas mayores», indican desde el IFBS. Los caseros tendrán más de 65 años, serán autónomos y vivirán solos en la capital alavesa.

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Si aceptan vivir juntos, el técnico foral concertará otra cita para firmar un acuerdo de convivencia. Existen unas obligaciones básicas y otras más específicas que puede añadir el propietario de la casa. Entre las generales que acepta el estudiante se incluye, por ejemplo, evitar todo aquello que pueda interrumpir el descanso del mayor, permanecer en el domicilio durante cinco noches y no llegar más tarde de las 22.30 horas. También debe hacerle compañía en horario compatible de clases y estudios y, en situaciones de emergencia, prestar la atención necesaria, como llamar al servicio médico o familiares.

Por su parte, la persona mayor se compromete a destinar al joven una habitación individual durante todo el curso, facilitar el acceso y uso de la cocina y electrodomésticos. Asimismo, el anciano ha de respetar los horarios de clases, estudio y exámenes de su inquilino. «Además, si se ausentara del domicilio durante el curso académico, tiene que permitir seguir utilizando la casa al estudiante», apuntan los técnicos. El propietario también se hace cargo de los gastos de mantenimiento del piso.

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