El investigador de misterios Enrique Echazarra, con su libro de ‘Expedientes X’ vascos.

‘Expedientes X’ con euskolabel

El investigador Enrique Echazarra reúne en un libro más de una veintena de casos de ovnis, misterios o fantasmas situados por todo el País Vasco

Natxo Artundo

Martes, 15 de noviembre 2016, 02:37

La biografía de Enrique Echazarra avanza hacia los 50. Y su trayectoria a la caza de misterios supera las tres décadas. Con semejante experiencia, el autor de Crónicas de brujería: un viaje por la España de las brujas y 50 lugares mágicos del País Vasco ha recogido en su último libro Los 20 mejores expedientes X del País Vasco (Cydonia). «Estudié en los Corazonistas y hacia los 13 años me hice socio de la biblioteca de La Florida y empecé a leer libros sobre fantasmas, extraterrestres y demás. Me llamaba la atención el hecho de que eran temas supuestamente ciertos, pero no se hablaba de ellos en los informativos, me picó el gusanillo y hasta hoy», resume.

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Con todo lo visto, indagado y, a veces, incluso desentrañado, no es extraño que ante los casos misteriosos el alavés se confiese «más Scully que Mulder, aunque tal vez sí tenga la pasión de éste», en alusión a la escéptica doctora y al agente del FBI que decoraba su despacho con un póster de un platillo volante y la leyenda «Quiero creer». Pero, mucho antes de la exitosa serie de la Fox, Echazarra recuerda que cuando rondaba los 15 años «había unas respiraciones en la iglesia de Ali y los vecinos hablaban de milagros o apariciones. Me presenté con mi primo y un amiguete y nos confirmaron que se oían esos sonidos. Hablamos con el párroco y lo corroboró: sí, hay respiraciones, pero es que ha anidado una lechuza y se le escucha, por la acústica del templo».

Esto marcó al joven Echazarra. «Pese a mis ansias de misterio, ví que podía haber una explicación detrás, no tan misteriosa. A lo largo de los años lo he tenido en cuenta y tengo un escepticismo sano, porque cuestiono, dudo de las cosas. Tampoco lo niego todo por sistema».

Entre los capítulos del libro está la historia de Ochate, un pueblo deshabitado al que se le ha llegado a convertir en «todo un icono del misterio en Álava. Y lo hemos desmontado. Hicimos una investigación a nivel histórico y toda esa maldición y las epidemias no tienen ningún rigor con los datos en la mano», subraya el autor.

Las ya de por sí increíbles historias llegan a veces a la caricatura al ser contadas, como cuando El Diario Vasco titulaba Un ovni responde a una llamada que se le hizo en euskera. «Eso se utilizó hasta con fines políticos en su época. Hablando con mi testigo, Patxi Uriarte, que vive cerca de Audikana, en Etura, sigue manteniendo la historia, pese a la guasa que ha tenido». El hombre y su hijo pidieron a la luz que se acercara, en lengua vasca, y ésta lo hizo. Luego, la mujer, asustada, exclamó «ez, mesedez». Y la luminaria se retiró.

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Militares y vigilantes

Hay casos en que la profesión de los testigos ayuda a dar solidez al relato, como en el caso de Gallarta, donde hay un informe militar sobre unos avistamientos de ovnis. O la descripción de un misterioso ser «ensotanado» en el túnel de Aiurdin por parte de una pareja de agentes de la Ertzaintza.

El túnel oscuro y el «ensotanado»

  • La casualidad hizo que hace dos años Echazarra diera con un caso que ya tenía tres décadas. Y es que, al contactar con quien fue jefe de patrullas de la Ertzaintza, recibió un desmentido sobre una persecución entre la Policía autónoma y una luz, cerca de Orduña. Pero el policía le contó cómo en invierno de 1984 se recibió una comunicación de un conductor que había estado a punto de tener un accidente por culpa de una figura en el túnel de Aiurdin en sentido a Altube. Ya en el lugar, vieron «una cosa negra grande, como de dos metros y pico, como si estuviera con los brazos abiertos». Esa especie de sotana oscura con capucha -sin rasgos ni miembros destacados con las luces largas de la patrulla- se esfumó de pronto. Y el ertzaina se quedó perplejo, fuera del coche y escopeta en mano, tras salir a perseguir al misterioso «ensotanado».

Eso, sin olvidar a los vigilantes nocturnos de la Delegación de Hacienda de la calle Olaguíbel y el espectro infantil Andresito, amén de diversos fenómenos tipo poltergeist. Claro que el propio Echazarra estuvo en el edificio, como también asistió a la impactante sudoración de sangre que sufría la joven Leticia, una alavesa afincada en Miranda de Ebro donde, junto a su pareja, experimentaba ruidos y movimientos de objetos en su domicilio. O visitó la casa de Villabuena de Álava donde supuestamente pululaba el fantasma de un antiguo militar carlista, pero las cámaras y aparatos de Cuarto Milenio -programa del que es colaborador Echazarra- no captaron nada espectral.

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El autor, que suele aventurar posibles explicaciones de los diferentes fenómenos, recuerda que «la época dorada» de los ovnis y demás fueron los años 70, con J.J. Benítez y sus artículos en la extinta Gaceta del Norte bilbaína. «Es curioso que ahora, que todos tenemos teléfonos móviles y demás, parece que no hay tanto avistamiento y tanta historieta como entonces», compara.

Y agrega que «cuando llevas muchos años en esto, hay gente que cree que tienes respuestas a si hay algo tras la muerte o si hay vida extraterrestre. Yo cada vez sé menos», confiesa el autor del libro, a raíz de cuya publicación «me están llegando nuevos casos a través de las redes sociales». La verdad debe de estar ahí fuera.

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