Echando la partidika
Pokemon Go llega para revolucionar los juegos virtuales. ¿Llegará la revolución al mus? ¿Hará el abuelo Tomás la seña de las 31 con un emoticono?
los madrugadores
Lunes, 18 de julio 2016, 02:03
Pokemon Go, un nuevo juego virtual creado por los muchachotes de Nintendo, ha enajenado a los mortales, que se entretienen mirando la pantalla del móvil, pero moviendo el culo por doquier en busca de los elementos que les hagan ganar la partida. Conciudadanos, la intangibilidad de unos seres variopintos ha penetrado en la realidad. ¿Y qué pasa? Pues que el arrebato que ha provocado el modo de jugar al Pokemon Go acarreará consecuencias apocalípticas para uno de los entretenimientos de mayor raigambre en este país. Adiós a las partidas de mus en el bar.
Se prescindirá de ese lugar de encuentro de barrio. Pronto la tasca dejará de ser el escenario de antológicos duelos de naipes. El abuelo Tomás envidará por el móvil mientras vigila el bamboleo de sus nietos en el parque y el aitite Andoni enviará un órdago virtual mojando los pies en su paseo vespertino por la playa. Ya no se sentirá la mugre de la baraja entre los dedos. Es posible que el rey de bastos que te llegue de mano te guiñe un ojo y del as de copas emane un mensaje de la marca de bebida espirituosa que te conviene beber.
El juego ubicará los amarracos virtuales para la partida en una tintorería real y permanecerás frente al escaparate como un bobalicón esperando adquirirlos, sembrando de paso la duda en la dependienta sobre si lo que ansías es hacerte con lo que hay en la caja registradora. Hasta los inseparables palillos que rumia el jugador tendrán su equivalente imaginario y, además, con posibilidad de elegir el sabor. La tecnología tiene estas cosas. Al terminar de comer no bajarás a la taberna con los amigotes porque lo cibernético modificará tus hábitos y hasta el lenguaje. Echarás la partidika. Introducir esa k en el término le da un toque más innovador y tecnológico.
Pero si las pautas del Pokemon Go mutarán las partidas de mus en partidikas, ¿por qué no pensar en otros videojuegos virtuales que podrían hacer algo similar modificando otras aficiones clásicas?
¿Qué tal la sokatira? Dos hileras de personas alineadas y enfrentadas en la vida real tirando de una maroma impalpable que solo aparecería en pantallas de móvil. Haciendo fuerza para atraer hacia sí al contrincante agarrando ¿qué? Un qué que, además, asirían con una sola mano porque la otra sostendría el celular para no perder detalle de las evoluciones del reto.
Pensemos en otra dislocada aplicación y observemos el desarrollo de otro popular esparcimiento de antaño. Embebido en la aplicación del hula hoop de su móvil transitaría un bancario agitando la cadera con frenesí, y que, sin percibir su presencia, daría un violento empellón involuntario a una anciana que recogía la mierda de su perro. Para ser juegos de realidad aumentada, es curioso que no puedas ver lo que tienes delante de las narices.
¿Qué estampa ofrecería el tradicional juego del pañuelo bajo los parámetros de una versión más interactivamente evolucionada de una suerte de Pokemon Go? El ajeno espectador contemplaría a alguien alzando un brazo con los dedos apelotonados, aparentando sostener algo en el aire, mientras otras dos personas equidistarían de la primera agazapados, como si tuvieran un resorte en el culo, a punto de salir disparados. En la pantalla de su móvil, la perspectiva de los contendientes sería distinta. Habría un pañuelo incorpóreo que se agitaría al viento esperando ser capturado por el más veloz.
El uso de la celulosa hace tiempo que relegó a los pañuelos de tela a poco más que un mero toque de distinción en las americanas de caballero pero, ¿a qué punto podríamos llegar si un entretenimiento al que el propio pañuelo da nombre fuese sustituido por la presencia de un moquero virtual? Caminaríamos hacia el cataclismo.
Concluyamos estudiando el caso de un objeto que ha ocupado horas de ocio de varias generaciones. El yoyó. Esos dos pequeños discos unidos por una barrita, que suben y bajan unidos a una cuerda con los impulsos que ejerce una mano. Ese con el que se hacen portentosas florituras, que rueda, se bambolea, brilla o vibra.
Los jugadores de un videojuego virtual parecerían estar dirigiendo una orquesta manipulando el yoyó que únicamente ellos ven en la pantalla de su móvil. Y lo manejarían haciendo amanerados aspavientos o gesticulando como en una función teatral de improvisación. Sería chocante. El Pokemon Go está a punto de llegar a esta parte del mundo y originará comportamientos atolondrados. Pero no os preocupéis, porque seguro que en vuestro móvil también tenéis Gigas suficientes para grabarlos.