Blusas, neskas y feministas. Un enfoque desenfocado
Jesús Prieto Mendaza
Lunes, 8 de febrero 2016, 20:58
Hace pocos días, organizado por la Asociación Celedones de Oro, se realizó un emotivo homenaje al fallecido periodista, investigador y blusa José María Sedano. Durante ... el acto, no pude sino recordar una entrevista en este periódico en la que este gran vitoriano afirmaba: «Los blusas y neskas son el estatuto y el fuero de las fiestas de Vitoria». Pensaba en ello cuando la ciudad se ve envuelta en una polémica que parece no tener fin; un conflicto (magnificado, en mi opinión) en el que, desde determinados sectores del movimiento feminista, se ha buscado un chivo expiatorio sobre el que descargar todas las culpas de la violencia machista (esa misma que nos sobrecogió con el asesinato de la pequeña Alicia, y contra la que debiéramos de unir nuestras fuerzas): la Comisión de Blusas y Neskas y, más en concreto, su presidente, mi buen amigo Luis.
Desde mi más profundo respeto por el movimiento feminista, con el que comparto su filosofía originaria, me veo en la obligación de discrepar del autodenominado Movimiento Feminista de Gasteiz, si no en el fondo de sus reflexiones, sí en la forma de publicitarlas y, fundamentalmente, en la persona elegida para el linchamiento. Son muchos los argumentos que repiten como un mantra en los últimos días, tanto en artículos de opinión como en redes sociales, que me parecen equívocos o malintencionados y, desde luego, demuestran un desconocimiento total de la condición humana y de la trayectoria de Luis, nuestro presidente, como blusas y neskas. Varios de los puntos esgrimidos pueden ser fácilmente rebatidos, pero por falta de espacio me limitaré tan sólo a dos de ellos.
El primero se refiere a unas declaraciones hechas por el presidente de la comisión de cuadrillas, en las que se refería al tema de las pegatinas (llamadas por una pequeña minoría de blusas, que este movimiento feminista pretende generalizar, «tetatinas») afirmando literalmente: « yo también he puesto pegatinas en fiestas. ¿He tocado tetas por eso? No me han dado tortas por ello». Esas palabras se referían a la pegatina puesta en el pecho de su novia hace varias décadas. Hagamos un repaso. Cuando la pegatina irrumpe en nuestra sociedad, allá por los 70, supone una auténtica revolución tanto en el ámbito festivo como en el político o sindical. La pegatina adhesiva se convierte así en una nueva forma, rápida y fácil, de transmitir un mensaje o realizar una eficaz labor publicitaria. Quienes ya peinamos canas recordamos las pegatinas adheridas en el mítico bar Barrón de la Pintorería (¡qué recuerdos del entrañable Cristóbal!), pegatinas que conformaban en su pared un auténtico museo vivo de la historia vitoriana de una década. Era la pegatina tan importante, que después del Rosario de la Aurora se pegaba en el pecho de hermanas, madres, vecinas, familiares y, cómo no, de la pareja; pues dentro de los rituales festivos los de cortejo han sido siempre (también ahora aunque cambien sus formas y prácticas adaptándose a los tiempos que la sociedad demanda) importantes en ese tiempo mágico que conforma el desorden festivo. Esta tradición comenzó a practicarse por parte de las neskas, cuando acceden a las cuadrillas, hacia padres, amigos y, de nuevo, hacia sus parejas. Un ritual que se basaba, fundamentalmente, en la amistad, la confianza, el consentimiento y, subrayo esta palabra pues la considero básica, el respeto. Sin duda, algún estúpido pudiera saltarse estas exigencias, claro que sí, tontos o aprovechados puede haberlos en todos los sectores sociales (incluso en el seno de una organización feminista), pero las directrices dadas desde la Comisión de Blusas y Neskas han sido las contrarias siempre y, yo mismo, he visto cómo a mi presidente, Luis, no le ha temblado el pulso al expulsar a un miembro de la cuadrilla por tener un comportamiento indigno para un blusa.
El segundo hace referencia a la posición de «subordinación e inferiorización» de las neskas en las cuadrillas, estructuras estas, según sus palabras, «patriarcales y misóginas». Es curioso, y de nuevo manifiesto mi sospecha, que se quiera proyectar una imagen de las fiestas de Vitoria y de las cuadrillas de blusas y neskas asociada al machismo. Este argumento es del todo sesgado, pues esta ciudad ha incorporado a la mujer en la fiesta, en un plano de igualdad, de forma ejemplar y con muy pocas tensiones. La integración de las neskas en nuestras fiestas; la incorporación de la mujer, no sólo como cantinera, en la Tamborrada de San Prudencio; la bajada de Celedón y Neska Txiki, la participación en los coros de Santa Águeda, por citar unos ejemplos; se ha realizado de forma ejemplar en comparación con otros lugares de la geografía vasca, sirvan como ejemplo los alardes de Irún y Hondarribia. Añadiría una cosa más, uno de los artífices de esta inclusión en plano de igualdad es el actual presidente de la comisión, y de nuevo debo citar a mi querido Luis. Él personalmente luchó para que la mujer se incorporara en igualdad, él precisamente ha incorporado a chicas a la junta directiva y las mismas deciden, actúan, organizan y ejercen su autoridad en un plano de igualdad. Se pueden achacar a Luis, el presidente de blusas y neskas, muchas cosas: sentir una pasión irrefrenable por Vitoria, llevar la blusa en las venas, adorar cada uno de los goles del Deportivo Alavés, ejercer de embajador del vino de Rioja Alavesa, ser un hombre polifacético, llevar alpargatas en vez de abarcas y quizás ser impulsivo y siempre sincero, pero nunca, jamás, ser un machista. Evidentemente en un hombre tan activo caben los errores, claro que sí, pero ya lo dejó escrito Goethe: «el único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada». Y esto también es válido para la mujer, no lo olviden aquellas que han elegido a una buena persona como injusto blanco de su lucha.
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