A dos meses del bicentenario de Waterloo... el General Álava ya está con Wellington de nuevo
Quedan 59 días para la decisiva batalla y Europa es un hervidero en el que todos están contra el emperador francés, que ha regresado de la isla de Elba y ha comenzado el gobierno de los 100 días. Su cuenta atrás ha comenzado
Francisco Góngora
Martes, 21 de abril 2015, 00:56
Hace 200 años, Europa se unía frente a la nueva amenaza que suponía la vuelta de Bonaparte a París durante lo que se conoció como el gobierno de los 100 días. El 11 de abril de 1815 Wellington acaba de llegar a Bruselas, procedente de Londres, sabiendo que él será quien comande uno de los ejércitos europeos contra Napoleón. La casa real francesa estaba exiliada en Gante y la corte de los Orange-Nassau, en Ámsterdam, pero prefirió ir al encuentro de su amigo, el General Álava, embajador en Bruselas al que, según su biógrafo Gonzalo Serrats, «le incorporó a su lado antes de cumplir todas las formalidades». Ambos trabajan mano a mano para levantar un nuevo y equilibrado ejército antes de la llegada del Intendente General, De Lancey.
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El novelista Ildefonso Arenas describe uno de esos momentos: «Wellington y Álava cenarían en la mansión de la Rue dAlbert donde residirían él y su estado mayor. Ese día no había parado desde que desayunara con Sir Tomas para recibir el mando de las tropas británicas». La preparación de cuatro enormes ejércitos contra Francia es lenta, pero el objetivo es firme. Quedaban 69 días para Waterloo.
El historiador Patxi Viana, miembro de la Asociación Histórica Vitoria 2013, se ha encargado de relatar día a día cómo transcurrieron los días anteriores a la batalla de Waterloo hace 200 años en un magnífico diario. Como se sabe una representación de recreadores vitorianos va a estar presente el 18 de junio en el magno acontecimiento que reunirá a miles y miles de aficionados a volver a vivir aquel acontecimiento histórico que marcó el rumbo de Europa en el siglo XIX.
En el día de hoy, 21 de abril, la Europa de los recreacionistas se está movilizando con el objetivo de concentrase el día 18 de junio en Waterloo. Miles de personas con uniformes napoleónicos, o de los ejércitos aliados, han iniciado el camino que les llevará a Bélgica. Españoles, portugueses, británicos, franceses, alemanes, italianos, polacos, rusos unirán sus ilusiones pisando los mismos barros que pisoteó Napoleón, Wellington o el mismo General Álava. Pero esta vez la espada, el fusil o el chacó estarán impecables y sólo servirán para entablar una agradable amistad y sentir en sus cuerpos similares sensaciones a las de aquellos soldados.
El espectáculo de casacas de húsares, dragones, fusileros, coraceros, lanceros, carabineros, cazadores, granaderos, voltigeurs, caballería pesada, caballería ligera, Infantería regular, Infantería ligera, Vieja Guardia, Guardia Media y Joven Guardia, se está iniciando ya.
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Embajador en Bruselas
El 20 de abril de 1815, la embajada de España en Bruselas ha establecido su ubicación. Miguel Ricardo de Álava residirá, en adelante, en un buen edificio céntrico situado en la Rue de lEmpereur nº8. Lo primero que van a realizar los nuevos inquilinos es adecentar lAmbassade dEspagne con algunas obras y hacer algunas compras que le den la dignidad y el lustro merecido.
Para Napoleón el camino de regreso desde la isla de Elba a París, había sido idílico y para plasmar en leyendas. Fue una maniobra espectacular. Napoleón recuperó el trono sin dar un sólo tiro. Sólo el prestigio personal, ante los militares y ante el pueblo francés, le valió para volver a hacerse con las riendas de Francia.
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Pero la situación política internacional es muy peligrosa y la posición de Bonaparte extremadamente inestable reponer a Fouché en sus funciones es un claro síntoma de lo atado que se sentía y lo frágil de su autoridad. Necesita una de dos cosas: o un compromiso de paz internacional seguido de un tiempo razonable para afianzarse en el poder y cumplir con lo prometido, o una victoria fulminante sobre sus enemigos que templase sus ánimos y vertieran gloria y banderas en París.
La Séptima Coalición lo dejó bien claro: habrá guerra. Y Napoleón lo tiene también claro: si espera en Francia, se repetirían los hechos de 1814. La única opción que le queda es aplicar el «divide y vencerás» al Ejército Aliado. Casi le sale bien.
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En ese ambiente prebélico, siguen ocurriendo cosas. El 14 de abril de 1815 llegan a Vitoria «tropas para reforzar el ejército de observación de los Pirineos, con motivo del llamado reinado de los Cien días», comenta Vicente González de Echávarri. Había que arbitrar por lo tanto recursos para atender los enormes dispendios que causaban a la provincia los suministros del ejército», comenta la Diputación Foral. Si se vaciaron las arcas en la pasada guerra, ahora podría ocurrir más de lo mismo. Por eso, el nuevo diputado generalRamón Sandalio de Zubía que sustituyó a Miguel Ricardo de Álava firma en el día de hoy, 14 de abril de 1815, la convocatoria a Juntas Generales Extraordinarias para estudiar la ifícil situación.
Un día después, en el «temible» puerto de Arlabán, donde los asaltos a carruajes se sigue cometiendo de forma sistemática se produce el más significativo e importante de los acaecidos tras la Guerra de la Independencia. La noticia ha llegado a Vitoria porque «cinco hombres armados roban los equipajes, alhajas y dinero de su Alteza Real el Duque de Borbón». Los miñones han puesto en juego sus «activas pesquisas» de control de la zona, pero hasta el momento «no han sido descubiertos los autores».
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Los viajeros temen mucho este paso porque aquí se han cometido, en el pasado, trascendentales asaltos a convoyes con los guerrilleros Espoz y Mina y Sebastián Fernández de Leceta ,alias Dos Pelos como protagonistas
París y las colonias españolas
España está con un ojo mirando a París y con el otro a las colonias de América. El General Pablo Morillo, héroe de la batalla de Vitoria, ha desembarcado en Venezuela con un a fuerza de 65 buques y 15.000 hombres. El mayor esfuerzo que saldría de España en el curso de la contienda. Apoyado por Francisco Tomás Morales, autoridad militar de la región, persiguieron a los insurrectos hasta la isla Margarita, que era el último reducto revolucionario venezolano. La insurrección de la isla y de toda Venezuela está controlada, pero, de poco va a servir esta pacificación. Simón Bolívar se ha refugiado en Jamaica para preparar el asalto definitivo. En su mente ha grabado un duro y contradictorio mensaje: «guerra a muerte con exterminio de la raza española», de la que él es un descendiente más.
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Si en París está Napoleón absorbiendo toda la energía que se genera en Europa, en Italia está su «lacayo», es decir, su cuñado Joachin Murat peleando contra el gigante austriaco. Los primeros pequeños triunfos de Joachin I de Nápoles impulsan el repliegue del ejército austriaco tras el río Po, a la espera de refuerzos. Pero, una vez que éste se recupera lanza, el 12 de abril, una ofensiva que obliga a huir a «Joachin Bonaparte».
Casualmente, el que le persigue es el conde Adam Albert von Neipperg, que es el amante de María Luisa de Austria, actual esposa de Napoleón y madre del que será Napoleón II.
Día 10 de abril de 1815
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En esa fecha se produjo la mayor erupción volcánica de la historia en la isla indonesia de Sumbawa. Se trata del volcán Tambora ubicado en el Anillo de Fuego. Al reventar la montaña se han liberado un millón y medio de toneladas de cenizas que al expandirse por la estratosfera cambian irremediablemente el clima de la tierra durante algún tiempo. Las temperaturas están siendo bajas y las lluvias «brutalmente» interminables. Según algunas crónicas este fenómeno será una de las causas del desastre de Waterloo. El lodazal que se formó en aquellos campos de cultivo se está considerando como el culpable último del destrozo del «juego de ajedrez» urdido por Napoleón. El sargento De Maudit, de la Guardia del Emperador, describe la angustiosa situación:
«Fue una desbandada... Nuestros abrigos y los pantalones estaban recubiertos con varios kilos de barro. Una gran parte de los soldados había perdido sus zapatos y llegaron descalzos».
La debacle de Waterloo, además del tiempo atmosférico había tenido otras razones. En abril, tras la declaración de guerra de los Ejércitos Aliados, Napoleón hizo un llamamiento a los franceses para que tomen las armas en defensa de su Imperio, restaurando su impopular sistema de reclutamiento, abolido por el rey Luís XVIII. Bonaparte cuenta sólo con los 200.000 soldados del depuesto Ejército Real, esperando reunir un ejército de, por lo menos, 600.000 hombres a finales de verano.
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Pero la ciudadanía no responde como antaño. Francia está repleta de huérfanos, viudas y madres que han perdido a sus hijos en las guerras, por lo que buena parte de la juventud y algunos ex-combatientes no desean participar en más luchas.
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