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Trifón lideró la conocida como Rebelión de Salvatierra, el Jueves Santo de 1821, en la plaza de la localidad alavesa
Trifón Ruiz de Pinedo, un antihéroe alavés

Trifón Ruiz de Pinedo, un antihéroe alavés

Ejemplo de intolerancia, se rebeló contra los liberales y dio la vida por sus ideales

Francisco Góngora

Martes, 19 de agosto 2014, 08:52

Tras la Guerra de la Independencia, Álava, como el resto del País Vasco y de España se dividió en dos. Algo que marcó generaciones y décadas posteriores del siglo XIX y XX. Había comenzado la era de la intolerancia de unos contra otros por ideas políticas o intereses sociales y económicos. Los símbolos de aquel enfrentamiento estaban en la Constitución de Cádiz, muy avanzada para el momento (1812) y el propio Fernando VII que representaba la reacción del absolutismo y el antiguo régimen. Liberales y realistas ya empezaban a marcar el campo de juego que les llevó a la guerra abierta en 1833. Entonces se les lllamó filósofos (liberales) y serviles (absolutistas).

Ya desde 1820 hubo levantamientos en Álava contra los liberales que ocupaban en ese momento el poder. Lo habían conseguido a través de un golpe de estado. La famosa proclamación de la restauración de la Constitución de Cádiz hecha por el coronel Rafael de Riego contropas enviadas a frenar el independentismo latinoamericano. Una de las partidas reaccionarias a favor de Fernando VII era la de Trifón Ortiz de Pinedo, un curioso personaje. Según el profesor José María Ortiz de Orruño Trifón representa las calamidades y contradicciones de una época verdaderamente convulsa. No se le puede negar coraje, arrojo y valentía hasta el punto de arriesgar su propia vida en defensa de sus convicciones políticas; cabe añadir que también fue un hombre de carácter fuerte e intransigente, un fanático rudo y arrogante capaz de encabezar una rebelión armada. Es un símbolo del tiempo que le tocó vivir. Fue una época dominada por la polarización política, la intolerancia y el sectarismo que, finalmente, desemboco en una guerra civil (la primera guerra carlista, 1833-1839).

Escribano de profesión en Alegría y vinculado a los intereses y preocupaciones de la pequeña nobleza rural alavesa, Trifón compartía con ellos una visión acusadamente tradicionalista. La ocupación napoleónica le sorprendió siendo juntero (procurador en Juntas Generales) por Iruráiz-Gauna. Como tal asistió en Vitoria a la forzada proclamación de José Bonaparte como rey de España (julio de 1808). Un mes después Trifón presenció impotente el brutal saqueo ordenado por los oficiales imperiales para castigar el escaso entusiasmo de las autoridades forales a la hora de afrontar los suministros exigidos por las tropas ocupantes.

Reunión secreta

Ortiz de Pinedo estuvo entre los procuradores antibonapartistas que se reunieron clandestinamente para condenar esos sucesos y jurar (en secreto) fidelidad a Fernando VII. Esa reunión clandestina, de la que se conserva acta reservada, tuvo lugar el 19 ó 20 de agosto de 1808. Es más, en esa reunión Ortiz de Pinedo fue comisionado para cruzar las líneas y jurar lealtad al gobierno patriótico antibonapartista que dirigía la gobernación del país y el esfuerzo bélico en nombre de Fernando VII. Debía hacerlo, excusado es decirlo, en nombre de la Provincia de Álava.

Este encargo se produjo apenas un mes después del tropiezo de los franceses en Bailén (julio de 1808), a consecuencia del cual José Bonaparte tuvo que abandonar Madrid. La opción seguida por el monarca intruso era parapetarse al otro lado del Ebro, mientras le envíaba refuerzos su hermano el Emperador. Ese repliegue primero hacia Miranda y luego hacia Vitoria, la convertiría en capital provisional del reino desde finales de agosto y tuvo las fatales consecuencias descritas en el párrafo anterior. Las autoridades alavesas no quisieron o no supieron atender con celeridad y eficacia las crecientes necesidades y exigencias de los militares franceses. Hasta que sobrevino la catástrofe, la reunión clandestina y comisión encomendada a Trifón Ortiz de Pinedo. De todo ello hay testimonios documentales en las actas de las Juntas Generales de agosto de 1808.

Pero volviendo a Trifón, en efecto, cruzó las líneas y pasó a la Rioja. Allí, en el límite con Soria, funcionaba una junta patriótica que dirigía la lucha contra los franceses. Trifón se incorporó como representante de Álava y allí estuvo durante algún tiempo. Hasta que Trifón tuvo noticia de que las Cortes se hallaban reunidas en Cádiz y decidió partir hacia aquella capital andaluza.

En el Cadiz de las Cortes, Trifón, según el relato del profesor Ortiz de Orruño, protagonizó dos sonoros incidentes políticos. El primero tuvo que ver con la impugnación de Manuel Aróstegui como representante de Álava en las Cortes. Aróstegui, un oscuro funcionario de Hacienda de origen alavés había sido elegido por una veintena de paisanos que estaban refugiados en la Cádiz sitiada al empezar las Cortes. Trifón impugnó el nombramiento aduciendo que era él, y solo él, el verdadera representante de Álava por decisión de su Junta General (en la famosa reunión secreta de agosto de 1808).

El segundo incidente fue con el pleno de las Cortes. Debido a su mentalidad ultraconservadora, Trifón impugnaba de plano los principios liberales inspiradores de la Constitución de Cádiz. Aducía que Álava ya tenía su propia constitución desde antiguo y que por tanto no necesitaba ni reconocía, ni se plegaba a ninguna otra. Trifón argumentaba su rechazo en nombre de la tradición; esto es, de la monarquía absoluta y del integrismo religioso, que niega a los hombres capacidad para cambiar el orden natural de las cosas.

La venganza

Naturalmente, Trifón fue despachado de Cádiz con cajas destempladas. Pero tras la derrota de los franceses y la restauración del absolutismo (mayo de 1814), se tomó cumplida cuenta de esa afrenta. Trifón fue uno de los promotores de la represión antiliberal que lideraba en Álava Nicasio José de Álava, otro que tal. Fueron procesados y encarcelados todos los que habían aceptado la designación de Aróstegui y los que públicamente habían defendido el liberalismo y la Constitución de Cádiz. Como los redactores de El Correo de Vitoria (el periódico liberal publicado en la capital alavesa en 1813-14) o el general Álava que era la máxima autoridad política como diputado general, tras la batalla de Vitoria, a pesar de estar formalmente destinado en el cuartel general de Wellington.

Estos sucesos (denuncia, represión, cárcel, etc.) muestran la fractura política que en nuestra provincia, como en todo el territorio español, se produjo entre absolutistas y liberales.

Ese fue el comienzo de una serie de enfrentamientos que desembocarían finalmente en la primera guerra carlista. Durante el llamado trienio constitucional (1820-23) se produjo un nuevo choque, con Trifón como protagonista. En efecto, un nuevo golpe de estado impulsado por Riego en la primavera de 1820 provocó un nuevo cambió político. Forzado por las circuntancias, en marzo de aquel año Fernando VII publicó un decreto en el cual se comprometía «a marchar francamente por la senda constitucional». Pero las aguas bajaban revueltas. La conversión liberal del monarca era de mera conveniencia y los partidarios del absolutismo desafiaban abiertamente al nuevo gobierno liberal.

Rebelión en Salvatierra

Una de esas provocaciones tuvo lugar en Salvatierra, la actual Agurain, el Jueves Santo repárese en la significación religiosa de la fecha elegida de 1821. Aquel día se congregaron muchos campesinos de los alrededores y tomaron la villa al grito de ¡Abajo la Constitución!, y dando vivas a la religión y al monarca absoluto.

Cuando la noticia llegó a Vitoria, la ciudad quedó consternada. Tres días se tomó el General Álava, a la sazón en Vitoria, para reunir la columna que habría de tomar Salvatierra. Para entonces, el Capitán General de Navarra con sede en Pamplona también había ordenado algunos movimientos de tropas. Viendose perdidos, la mayor parte de los amotinados se retiraron hacia Guipúzcoa y Vizcaya.

Uno de los promotores de la revuelta de aquel Jueves Santo fue Trifón. En su huida, al llegar a la vena de Gomilaz, antes de Otxandio, junto a varios de sus conmilitones se enfrentó a las tropas liberales y murió en la refriega junto a 25 de los suyos. Otros huyeron y algunos fueron condenados a garrote vil. Los levantamientos armados se pagaban con la muerte.

Recientemente, hubo una acalorada discusión historicista con tintes muy políticos en Alegría, tras la presentación de una moción del grupo socialista del PSE en la que se rendía un homenaje a este héroe local nació en Vitoria pero vivió en Alegría y se pedía una calle para él. Tras el debate, se adoptó otra moción de Bildu en la que se pide una calle para tan ilustre vecino y un estudio sobre su biografía. El representante de este partido defendió su figura como un defensor de los fueros y de los derechos tradicionales de los alaveses frente a la Constitución española.

La moción salió adelante con todos los votos a favor menos los del concejal del PP que llamó «terrorista y fascista» a Trifón. ¿Un juicio 200 años después o una interesada manera de interpretar la historia?

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