Júndiz, el cerro de las amapolas
Las dos colinas de Júndiz centraron el recuerdo de la Batalla de Vitoria y sus caídos en un día que arrancó con el homenaje al general Álava
Francisco Góngora
Domingo, 22 de junio 2014, 00:49
Tras las batallas de la Primera Guerra Mundial los campos de Flandes se llenaron de amapolas. La razón era, según los británicos, que debajo había cientos de miles de muertos cuyos cuerpos habían abonado aquel espectáculo de campos rojos. Gran Bretaña instauró un día de homenaje a sus caídos en el que se lleva una amapola en la solapa. La conquista del monte Júndiz por parte de los aliados el 21 de junio de 1813 fue uno de los episodios épicos de la batalla. En sus laderas cayeron muchos soldados británicos y fueron enterrados en fosas comunes. Siguen ahí, debajo del trigo y, a veces, florecen las amapolas.
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La Asociación Histórica Vitoria 1813-2013 cumplió por segundo año consecutivo tras el Bicentenario su misión de acordarse «de los que sufrieron, lucharon y murieron» en la batalla, como está escrito en latín en una cruz hecha de traviesas de ferrocarril. Un ramo de amapolas quedó depositado a los pies de un símbolo que construyeron en la década de los setenta dos vecinos de Víllodas, Jesús Alonso y José María Montejo. Sus hijas y una nieta, muy emocionadas, estuvieron en el acto que contó con la presencia del descendiente de la familia del General Álava, Gonzalo Serrats, y de la presidenta de los concejos de Vitoria, Miren Fernández de Landa. La asociación quiere mantener anualmente esta subida al cerro el 21 de junio para rememorar la batalla y anima a los pueblos de La Llanada que sufrieron el combate a unirse al acto.
Balas redondas
Dos miembros de la agrupación, el investigador Emilio Larreina y el historiador Gorka Martínez, destilaron con precisión de datos los movimientos de las tropas en uno de los escenarios bélicos más impresionantes. La Batalla de Vitoria movió a más de 150.000 combatientes de ambos bandos (los mismos que los aliados desembarcaron en Normandia) y desarrolló el mayor duelo artillero de toda la Guerra de Independencia. Hoy en día, tras las tormentas, suelen aparecer balas redondas de las disparadas ese día en las tierras removidas por el agua en toda La Llanada. Entre los datos que se vertieron ayer llama la atención que sólo el ejército aliado movía en torno a 35.000 caballos y mulos.
El inglés Robert Hextall no pudo reprimir un gesto de orgullo y emoción al ver las amapolas. « En Inglaterra todos conocen la batalla y su importancia. Lo primero que llama la atención al llegar es que hay una calle dedicada a Wellington». También asistió Raúl Gómez Íñigo, quien ha organizado para el 12 de julio una visita al campo de batalla de aficionados a las motos scooter, lambrettas y vespas.
Por la mañana, a las 11.15, se cerró un responso y cuatro recreadores de una asociación vitoriana escoltaron la tumba del General Álava y su esposa, Loreto de Arriola, en la que se depositó un ramo de flores. Gonzalo Serrats trazó un semblante del héroe vitoriano.
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También durante la mañana se desarrolló con un gran éxito en Zabalgana la primera prueba de aventura y orientación 'La búsqueda del tesoro de Bonaparte', organizada por el Archivo Histórico Provincial y el Club de Orientación Araba.
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