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Una gaviota patiamarilla, una corneja negra, un búho real, un gato montés, un azor, dos cárabos, una cría de galápago europeo y un halcón forman parte de la lista de pacientes que atiende el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Mártioda. Por las instalaciones de este singular 'hospital' de animales, dependiente de la Diputación Foral de Álava, han pasado más de 20.000 ejemplares en su medio siglo de vida. Este lugar, que echó a andar en 1975, fue en su momento pionero en España. De hecho, en sus inicios recibía a 'enfermos' de toda la Península hasta que, poco a poco, se fueron creando más centros en otros puntos de Euskadi y del resto del país y acabó cediendo su ámbito de intervención. Aun así, la media anual de ingresos se mantiene alta: oscila entre 700 y 800 ejemplares pertenecientes a más de 250 especies diferentes de fauna silvestre; ya que no admite animales domésticos. La mayoría son aves -tres de cada cuatro pacientes-, seguido de reptiles (15%) y mamíferos (13%).
Hasta Mártioda llegan heridos o debilitados. Allí se les cura y, tras un proceso de recuperación y rehabilitación, muchos pueden ser devueltos a la naturaleza «en plenas facultades físicas para su supervivencia», destaca la Diputación. Estos suponen el 71% de los animales potencialmente recuperables, es decir, un 33% del total de los pacientes del centro alavés.
La mayor parte de los ingresos se registran en verano, coincidiendo con la época de cría e independencia de los pollos y crías de muchas especies. Los ingresos invernales corresponden más con ejemplares «desnutridos y debilitados por las difíciles condiciones meteorológicas», detalla la institución foral. Entre las principales causas de internamiento, se encuentran, por un lado, las naturales: caídas de pollos de su nido, enfermedades naturales y debilitamientos. Y, de otro, los motivos no naturales, entre los que destacan atropellos, golpes, colisiones con tendidos eléctricos o intoxicaciones
Para conmemorar las cinco décadas de actividad de este centro, la Diputación tiene previsto organizar a lo largo del año diversas actividades, entre ellas varias jornadas de puertas abiertas, con un doble propósito: acercar este espacio a la ciudadanía y sensibilizar sobre la importancia del cuidado y conservación de la biodiversidad. «Los centros de recuperación como el nuestro de Mártioda son más necesarios que nunca, ya que la actividad humana a menudo interfiere con la vida silvestre. A medida que la sociedad evoluciona también crece nuestra responsabilidad de mitigar estos impactos», ha subrayado la diputada foral de Desarrollo Económico y Sostenibilidad, Saray Zárate.
Además de su labor clínica y de rehabilitación, Mártioda funciona como centro de apoyo en la gestión de la fauna alavesa. Así, colabora y da apoyo en proyectos de investigación y seguimiento de especies para su conservación, lleva a cabo necropsias para identificar las causas de muerte de los animales y prevenir afecciones o amenazas y colabora en la investigación de delitos ambientales. De igual modo, su labor resulta fundamental para la detección de enfermedades o infecciones que desde la fauna silvestre pueden transmitirse al ganado doméstico o a las personas. También «se involucra de forma activa en el control de especies exóticas invasoras, para contribuir a la protección de nuestros ecosistemas», desgrana la Diputación.
Cabe recordar que, aunque en sus inicios el centro estaba abierto a visitas, esto no es posible en la actualidad, ya que se quiere «evitar un estrés añadido» a los animales en recuperación y garantizar su seguridad. Hoy en día realiza también actividades de educación ambiental en centros escolares y asociaciones con el objetivo de dar a conocer las funciones del centro y fomentar el respeto y buenas prácticas hacia la naturaleza y mejorar la convivencia entre humanos y animales.
La institución foral prevé llevar a cabo algunas mejoras en el centro de Mártioda, como aumentar la eficiencia energética dotando a la instalación de paneles solares con la finalidad lograr una mayor autosuficiencia.
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