Fallece Pepe Gómez, un periodista de la vieja escuela
El funeral será hoy viernes, a las 19.30 horas, en la iglesia de Coronación
F. GÓNGORA y N. NUÑO
Viernes, 31 de mayo 2013, 19:03
«Nos ha dicho adiós, silencioso, un buen amigo y un compañero entrañable». Esta frase la escribió hace tres años Pepe Gómez en el obituario que dedicó a su amigo del alma Fernando Cuesta Cantal. Sirvan sus propias palabras para arrancar estas tristes notas de recuerdo para "Don Pepito", que falleció ayer, a los 87 años, rodeado de su familia, su esposa, sus dos hijas, seis nietos y siete biznietos.
Publicidad
Periodista de El CORREO, especializado en los deportes, árbitro de fútbol, profesor, actor aficionado, gran poeta, escritor, «forofo del Aurrera y del Alavés»-equipo sobre el que escribió tres libros-, no es fácil resumir la actividad de un hombre apasionado por la vida, provisto de una memoria prodigiosa y querido en todos los círculos en los que se movió. Su hija Elena sintetiza: «Mi padre era Vitoria», porque la llevaba en el corazón pero también en la cabeza, como una enciclopedia viviente. «No podías dar un paso con él sin que se parase con alguien. Todo el mundo le saludaba», agrega su familia.
"Don Pepito" nunca perdía la sonrisa y su simpatía personal le granjeaba todas las adhesiones, aunque también tuvo que salir corriendo de algún campo de fútbol por un arbitraje incomprendido. Cuando hablaba de sus compañeros se refería a los "viernes trágicos", porque se sorteaban los nombramientos arbitrales para los partidos de fútbol del domingo siguiente.
«El número uno»
El presidente de los Celedones de Oro, Javier Cameno, le recuerda como una «grandísima persona muy querida en los ambientes del fútbol aficionado, porque él era el número uno de las categorías inferiores». También Javier Sedano, compañero suyo en los primeros años de EL CORREO recuerda que comenzó a escribir crónicas de fútbol cuando ejercía de árbitro, allá por los años 50, pero también hacía crónica local, según exigía la necesidad. A Sedano le gustaban sus seudónimos, tan utilizados en los tiempos del periodismo de los pioneros, siempre con un toque de sutil humor, otra de sus divisas. "Directo", "Gancho Corto" o "Zurdazo" cuando escribía de boxeo, otra de sus pasiones. "Pedalier" si hablaba de ciclismo. "P.P." o "Pepote"si lo hacía de pelota. Y "Don Pepito" y "Pepe Lemoko" si era crónica de fútbol.
«Le recuerdo como una persona ligada al fútbol modesto y muy querido en todos los equipos por su contribución desde el periodismo. En la próxima asamblea tendremos presente su figura», señaló Pedro Mari Solaun, presidente de la Federación Alavesa de fútbol.
Publicidad
Aunque llevaba muchos años jubilado, Pepito para los que hemos sido sus compañeros, nunca terminó de retirarse del periodismo. Siguió visitando por las mañanas la redacción donde se zambullía entre los viejos tomos de la hemeroteca, tomaba notas a mano y después les daba forma con su inseparable máquina de escribir, cuyas teclas sonaban anacrónicas y nostálgicas entre los cada vez más modernos ordenadores. Al sentarse cerca de la puerta de entrada a la oficina daba los buenos días a todos los que iban llegando a trabajar y, entre saludo y saludo, siempre le daba tiempo a recordar la efemérides del día o algún que otro aniversario. Y es que Pepe se sabía perfectamente la fecha de cumpleaños de todos los que trabajaban en el periódico e incluso el día exacto en el que cada uno entró a trabajar en la empresa, lo que daba muestra de su buena memoria y de su gusto por los detalles. Él se encargaba de las loterías de Navidad de cada año y de despedir con un poema irrepetible cada marcha de un compañero.
Obituarios
Aunque un día dejó de venir nunca abandonó su vinculación al periódico. Seguía atento a todo lo que sucedía en la ciudad y, con el paso de los años, cada vez se fijaba más en las necrológicas. «Son cosas de la edad», decía. «Me entristece porque cada vez caen más de mi quinta», se lamentaba. Utilizó la sección enlaCe, para abrir una pequeña ventana a sus recuerdos y para despedirse de los amigos. Avisaba del fallecimiento de los vitorianos más conocidos en épocas pasadas que presentes con los que había tenido trato personal. Y, en otros casos, prefería sacar su vieja máquina de escribir y redactar breves obituarios, eso sí, muy detallados, que traía al periódico en mano.
Publicidad
Editó durante años unas hojas volanderas en los que bajo el título "Efemérides Vitorianas" desgranaba esas pequeñas historias que son flor de un día de la prensa, personajes anónimos a los que su pluma convertía en héroes. Su pasión por el periodismo le llevó a entresacar esas viejas historias perdidas de Vitoria que también hablan de lo que hemos sido. El funeral será hoy, a las 19.30, en la iglesia de la Coronación.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión