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Jueves, 14 de junio 2012, 18:40
Los vitorianos siguen sin saber cuándo se celebrará la primera consulta popular impulsada por el Ayuntamiento paraques sean los vitorianos quienes decidan si la terminal debe levantarse en Arriaga o en Lakua, dos parcelas que apenas distan 300 metros. Del proceso, aprobado en el pleno por Bildu, PSE y algunos concejales del PNV (el PP lo vio innecesario y votó en contra), se conoce ya cuál será la pregunta (¿Dónde debe construirse la nueva estación de autobuses?) y las opciones de respuesta (en el parque de Arriaga o en la plaza de Euskaltzaindia), pero quedan todavía muchos interrogantes. Al parecer, cada día más.
La junta de portavoces, que se ha reunido a las 13.00 horas de hoy en el Consistorio, tenía en su agenda resolver dos de esas incógnitas: decidir cuándo y cómo se hacía el referéndum. Al final, ni una cosa ni otra.
La reunión ha finalizado sin novedades y con un enredo mayor. El alcalde, Javier Maroto, y los portavoces de todos los grupos municipales han sido incapaces de ponerse de acuerdo en lo básico, la fecha de celebración del referéndum. Durante la reunión, que ha durado alrededor de media hora, se han manifestado nuevamente las diferencias que separan a los grupos. Por un lado, PNV y PSE no están dispuestos a que el referéndum se celebre en julio, sino que defienden que tenga lugar dentro del plazo de cuatro meses que se contempla en la moción aprobada para impulsar la consulta. Es decir, predfiere aplazarla a septiembre. Por su parte, PP y Bildu se mantienen firmes en su propósito de que el referéndum se celebre el próximo mes para no dilatar aún más el proceso, solventar lo antes posible la consulta y, en caso de que resulte elegida la opción de Euskaltzaindia, no retrasar unas obras que ya han empezado a ejecutar.
La tensión también ha estado presente durante el encuentro. El portavoz socialista, Patxi Lazcoz, ha advertido al alcalde que le llevará a los tribunales si, tal y como ha señalado en varias ocasiones, Javier Maroto decide pasar a los concejales de los grupos la "factura" del coste de celebrar esta consulta. El referéndum, por lo tanto, sigue en el aire. El 'culebrón' está vivo... y las incógnitas siguen sin resolverse. Estas son algunas de las preguntas que todavía esperan respuesta.
1. ¿Cuándo se efectuará la consulta? PP y Bildu, es decir, el gobierno municipal y el impulsor de la consulta, ya han avanzado que debe ser en julio, lo antes posible, para no retrasar los trabajos y los trámites urbanísticos ya en marcha en la plaza de Euskaltzaindia, ubicación por la que ambos apuestan. PNV y PSE quieren que sea después del verano. No hay acuerdo siquiera en lo básico.
2. Tiempo de votación. No se ha despejado qué día de la semana se elegirá, si en fin de semana o en laborable, y tampoco si el tiempo para la votación será el habitual en los comicios políticos (de ocho de la mañana a ocho de la tarde) u otro diferente.
3. Mesas electorales. Su número también es una incógnita, lo mismo que dónde se situarán, aunque el Ayuntamientos dispone de una nutrida red de polideportivos y centros cívicos para abarcar la práctica totalidad de barrios de la ciudad.
4. Interventores. El Ayuntamiento no ha explicado aún si pretende convocar a ciudadanos particulares para que ejerzan de presidentes o vocales de mesa electoral, al estilo de lo que ocurre en los comicios políticos. Al no ser una convocatoria oficial, sin embargo, es de suponer que los ciudadanos no estarán obligados a acudir a esa hipotética llamada. Tampoco se sabe, por tanto, si serán sólo representantes de los partidos políticos quienes custodien las urnas y ejerzan de presidentes de mesas.
5. Control de la votación. ¿Sabrán los ciudadanos en qué urna deben votar? Si es así, será necesario informar con antelación en cada domicilio, lo que supondrá un coste añadido. Ello sólo parece posible si se utiliza un censo electoral, pero tampoco se sabe si será así o se tirará de padrón. Si se deja libertad para votar en cualquier mesa, ¿cómo se controlará que no hay votos repetidos?
6. Urnas. El Estado no tiene obligación de ceder las urnas electorales y el Ayuntamiento carece de este material, así que está por despejar de qué forma se habilitarán los espacios físicos de votación. Tampoco se sabe cómo serán las papeletas o cuántas se imprimirán, por ejemplo, ni tampoco el coste de ese trabajo. El Correo avanza en su edición impresa de hoy que la Subdelegación del Gobierno no cederá sus urnas al no tratarse de una convocatoria oficial.
7. Escrutinio. Muchas personas se preguntan quiénes serán los encargados de ejecutar el escrutinio de los votos, cómo se transmitirán esos datos al Ayuntamiento y en qué momento se darán a conocer a la opinión pública. Otra pregunta que cabe hacerse es: ¿Se darán a conocer también los datos exactos de la votación aun en el caso de que no se alcance el mínimo pactado para que sea vinculante?
8. Coste del proceso. El alcalde, Javier Maroto, cifró el coste en unos 130.000 euros y ha asegurado que les pasará la factura a los grupos de la oposición por una consulta que juzga innecesaria. Sin embargo, además de desconocerse aún el coste exacto y no un mero cálculo, ¿cómo llevará a efecto el alcalde su promesa de cargar el coste a la oposición? ¿Retendrá las asignaciones que los grupos políticos reciben para el ejercicio de su labor?
9. Información al ciudadano. ¿Pondrá el Ayuntamiento a disposición de los ciudadanos, sea por el método que sea, los informes técnicos de los que dispone para que se puede adoptar una decisión razonada? Y otro asunto que se desconoce: ¿Harán los partidos 'campaña electoral'?
10. Vinculante. El pleno municipal ratificó la propuesta de Bildu, que indicaba que era necesaria una participación del 20% para que el resultado sea vinculante. Muchos ciudadanos se preguntan si los partidos que resulten derrotados asumirán el compromiso o si, como ocurre a menudo en Vitoria, el debate volverá a reabrirse en el futuro. Tampoco se sabe si ello les vincula a apoyar en las votaciones de pleno los futuros acuerdos que haya que adoptar para favorecer la estación en el lugar que resulte elegido o si podrán oponerse y llegar a bloquear el proyecto.
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