«La venganza es un reflejo más de la naturaleza humana»

Al gallego Jacinto Rey (Vigo, 1972) le gusta escoger episodios históricos y apoyarse en hechos reales para ambientar en ellos sus tramas de ficción, aunque ha probado también en el género negro con la serie de la inspectora Cristina Molen. Primero se fue hasta América del Sur para mostrar la cara y la cruz de la colonización española en 'El cirujano de Las Indias'. Hace un par de años, se trasladaba a la Europa de la Segunda Guerra Mundial para seguir los pasos de una pareja en busca de un lugar seguro en 'Dile a Marie que la quiero'. Y ahora acaba de publicar, en la editorial Suma de Letras, 'La noche de las medusas'. Con este libro cuyo motor literario es la venganza, avanza un poco más en la Historia y llega hasta el Madrid de 1969 (pasando por un Tánger convertido en refugio y ciudad de paso para los exiliados europeos de unas décadas antes). Todo sea por meter a los personajes en situaciones a través de las que dirigir «el foco» sobre la «esencia humana».

- Se suele hablar del amor como gran tema literario, pero hay que ver lo importante que es la venganza en las novelas…

- La venganza es un motor literario enorme, no hay más que pensar en la cantidad de autores que han escrito libros enteros sobre ella. Ahora me acuerdo de 'Moby Dick', de Herman Melville, y de algunas obras de Alejandro Dumas, pero todos los grandes se han confrontado con la venganza. Es que existe en cualquier parte del mundo y en cualquier contexto cultural.

- ¿Cómo describe la que pone en marcha 'La noche de las medusas'?

- Esta es una venganza a fuego lento, diseñada para desencadenar muchísimos acontecimientos. Se sirve bien fría y busca no solo eliminar al oponente, sino hacerle el mayo daño posible. Si lo haces más sencillo, no escribes un libro (risas). Pero la venganza es un reflejo más de la naturaleza humana.

- Suele escoger determinados momentos y episodios históricos para ambientar sus tramas. En la novela anterior, por ejemplo, el marco era el Holocausto. En esta, el Tánger y la España de finales de los sesenta del siglo pasado. ¿Por qué?

- Sí, me gusta mucho el sustrato histórico, real, para darle profundidad. En 'Dile a Marie que la quiero' me servía de la Segunda Guerra Mundial para contar cómo los acontecimientos históricos sobrepasan a las personas. En este caso, la llegada del hombre a la Luna me sirve muy bien para contextualizar la España de la época, como símbolo de un optimismo que la realización de ese sueño imaginado durante tanto tiempo representa. Y este Tánger, en realidad en el periodo entre 1940 y 1945, es una evocación mágica de esos lugares que todos conocemos, por haber leído tanto o visto tantas películas sobre ellos, y que sin embargo desconocemos porque no hemos llegado a pasear sus calles.

Un escenario especial

- ¿Qué tiene Tánger, ya que lo dice, que ha sido escenario de un puñado de novelas recientes?

- Un aura de misterio enorme, porque se convirtió en ciudad de paso para las personas que huían de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Allí recalaron contrabandistas, espías, exiliados, aristócratas, banqueros arruinados, gente de distintas nacionalidades y religiones. Era como la Casablanca de la película, un poco cárcel no tan dorada porque allí se vivía al límite. Las personas llegaban queriendo viajar a Estados Unidos, estaban con suerte unos días y se iban a otro lugar. La vida valía poco.

- Y ahí nace Lucía Cisneros, uno de los personajes principales. Un personaje, digamos, extraño para la época: hija de marroquí y español, adoptada por una exiliada española, con cierta formación y que quiere emprender vida y negocio en Madrid, la otra ciudad de esta historia.

- Lucía es un triple salto mortal de personaje… Si ser mujer ahora ya es difícil, imagínate entonces, en 1969, cuando apenas tenían poder de decisión. Y ella viene de otro horizonte cultural y quiere crear un restaurante que hoy llamaríamos de cocina fusión, porque quiere mezclar las recetas tradicionales españolas con las de su tierra de origen, Marruecos; unir ingredientes y culturas. Se enfrenta a todo tipo de prejuicios y de dificultades. Es una mujer muy fuerte, con determinación y confianza. Como lo son los otros personajes femeninos de la novela, como yo creo que son las mujeres reales.

- Aquí hay unos cuantos. ¿Siempre tienen este peso las mujeres en sus tramas?

- Siempre ocupan más espacio del que en principio creo que van a tener, la verdad. En este caso, cada una tiene sus problemas y podría representar a un modelo diferente: está la maestra de la República que vive en Tánger, que salió con la Guerra Civil, y la cantante de ópera con todas sus ambiciones, incluido el amor. Son fuertes, potentes, son reales.

- ¿Cómo era ese Madrid de 1969 en el que Lucía quiere empezar de nuevo?

- Yo no la viví, ni siquiera había nacido aún, pero la he leído. Y creo que era una ciudad provinciana pero abierta a lo nuevo. Había mucho optimismo, por eso utilizo la llegada del hombre a la Luna como referencia, como sueño cumplido, como idea de progreso. Muchos de sus habitantes habían llegado a la ciudad desde sus pueblos en los años anteriores, y aún vivían volcados en los demás, generosos con los vecinos, cumpliendo con la tradición de sus lugares de origen; creo que eso en cierta medida se ha recuperado en la actualidad. Y existía corrupción y había quien utilizaba los poderes públicos en beneficio personal… Como ahora.

- ¿No hemos cambiado mucho entonces?

- Yo diría que en el trasfondo no ha cambiado tanto. Ya sea en la Venecia del siglo XV, en el Nueva York del XX o en la España del XXI, la esencia humana es la misma. Y en la literatura tenemos que apuntar con el foco hacia ese lugar para intentar conocernos un poco mejor.

- ¿Desde dónde intentará analizarlo la próxima trama?

- Tengo ya unas cuantas ideas, pero creo que de entre todas ellas, será desde una Galicia mágica y misteriosa…