Rebelión en Francia

Sin que nada permitiera preverlo, el programa de severo ajuste fiscal presentado por el nuevo primer ministro francés, Manuel Valls, ha provocado una suerte de rebelión del ala izquierda del partido socialista, un centenar de diputados. En su coordinado movimiento, los legisladores han dejado claro que, si no hay cambios, no lo respaldarán en el Parlamento. Esta maniobra causa una especie de estupor constructivo. Triunfa en primera instancia el compromiso con los electores cuando se les pide el voto frente a la disciplina debida que garantiza la gobernación, lo que explica, por infrecuente, el estupor causado y el interés suscitado en toda Europa. Con buen juicio, los 'rebeldes' dejan claro que no se oponen al combate contra el déficit fiscal exigido por Bruselas y por el buen sentido, sino al cómo se ejecutarán los ahorros y se repartirán los sacrificios; y aportan alternativas que refuerzan su gesto. Hay un general pronóstico de que Valls y el campo protestatario alcanzarán un arreglo porque hay margen para encontrarlo, pero, así y todo, el suceso es de gran calado, remite al debate de altura y avisa al Gobierno&hellip a varios gobiernos de la UE.