Timadores timados

Un espectacular final de la temporada cinematográfica 2013 y un brillante comienzo de la de 2014 demuestra el resurgir del buen cine en nuestras pantallas de estreno. Con 'La gran estafa americana' estamos ante un 'thriller' con ribetes de farsa, ambientado en los años 70, que arranca con una sesgada asociación entre dos singulares timadores con el mismísimo FBI, a la hora de acogotar a un político corrupto. Se trata de una unión contra natura, en sintonía con aquella reflexión del escritor Henry Miller ('Trópico de cáncer'), cuando decía que "Estados Unidos es una pesadilla con aire acondicionado".

El autor de 'El lado bueno de las cosas', armado con el ariete más robusto y envenenado de su filmografía, realiza esta vez su película más ambiciosa. 'Charranes' ejecutivos y la denuncia de un sistema donde los poderosos pisotean a los débiles, conectan la intriga con la época actual, donde la sociedad civil se ha empobrecido a ojos vista. De manera que, a pesar de ser una película de regusto inequívocamente yanqui, se puede entender perfectamente en un país como el nuestro, que no está pecisamente como para echar la manteca al techo.

Toda esta monumental intriga criminal la orquesta Russell con un dinamismo de mil demonios y una asombrosa riqueza de matices y dobles lecturas. El continuo deambular de la cámara en pos de los personajes, antes que hacerle perder las riendas en un frenesí confuso, le otorga la omnipresencia del 'jugador' que domina con mano maestra el movimiento de sus piezas. Y como el juego sofisticado y perfectamente urdido que es, aunque alterne realismo y extravagancia, humor y tragedia, se revela al final como un círculo cerrado en el que todo encaja. Incluido un reparto de lujo, en el que brilla con luz propia Jennifer Lawrence, dispuesta a demostrar que la belleza es bella únicamente cuando hay algo que quiebra esa belleza.