Cosa de niños

De nuevo las relaciones de pareja están en el meollo de '¿Qué hacemos con Maisie?', cuyo argumento se centra en el divorcio de un matrimonio y en su batalla campal por obtener la custodia de su hija de 6 años. Se da la circunstancia de que los dos han rehecho sus vidas con otras personas y, lo que resulta más llamativo, la pequeña quiere más a sus nuevos papás que a sus padres biológicos. La película establece, con sensibilidad y acierto, una aguda reflexión sobre la manipulación que se ejerce por parte de ambos cónyuges en relación con la custodia de la pequeña, en la que tampoco falta el sentido del humor.

En España, la guarda y custodia se otorga en más del 90% de los casos a la madre, aunque una nueva ley intenta remediar los problemas que surgen en la pareja cuando no se ponen de acuerdo por las razones que fueran. En la película, la encantadora princesita objeto de las atenciones de sus progenitores está interpretada de forma fresca y espontánea por Onata Aprile. Una chiquilla agitada desde tan temprana edad por las tempestadas secretas del odio y el amor. Asunto nada baladí, que afecta a la película no sólo en la forma de describir a los personajes, sino también en la elección de las circunstancias ambientales, familiares y sociales.

No creo, ni mucho menos, como se ha dicho en algún medio de comunicación, que la postura de los directores Scott McGehee y David Siegel hacia lo que retratan sea de indiferencia. Lo que sucede es que ambos realizadores se muestran muy pudorosos con toda la gama de sentimientos que se desarrolla en el filme, supeditado en todo instante a la índole del relato. Ignoro si un título como '¿Qué hacemos con Maisie?' está en consonancia con los gustos cinematográficos actuales. Supongo que no. En cualquier caso, ello no impide que estemos ante uno de las más sinceros esfuerzos creativos que este crítico haya visto en mucho tiempo.