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Juan José Solano, en uno de los pasillos de la impresionante Ferretería Solano en Pérez Galdós, un establecimiento con 27 años de vida.
Bricolaje a pie de calle contra la crisis
''llevamos diez años de crisis''

Bricolaje a pie de calle contra la crisis

Reducido a una veintena de establecimientos, el sector sobrevive a los problemas generales del pequeño comercio y a sus necesidades propias de grandes inversiones y alta especialización El cierre de la centenaria La Inglesa ilustra el contexto de dificultad de las ferreterías logroñesas

E. ALCALDE , LOGROÑO

Lunes, 13 de enero 2014, 04:33

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El año 2014 ha empezado con un poco más de tristeza para la calle Portales de Logroño. Desde el día 1, un cartel de 'Cerrado' cuelga en la puerta de la Ferretería La Inglesa, la más antigua de la ciudad, abierta en 1912. Fue algo repentino y los transeúntes se paran, con cierta sorpresa, más cuando dentro se ve luz, y un amplio stock en el escaparate. En un momento, se abre la puerta y aparece uno de los trabajadores, que prefiere no decir su nombre; en el intervalo de cinco minutos pasan dos personas a comprar una junta y un repuesto para una cafetera, y le preguntan: «¿Abrirá esta tarde?». La respuesta les sorprende: «No, esta tarde no, ya no va a abrir más».

Con La Inglesa se va un siglo de historia del pequeño comercio logroñés al negro saco abierto durante la crisis. La respuesta a este repentino cierre era clara: «Estoy cansado de venir a trabajar para perder dinero cada día», explicaba un responsable del emblemático establecimiento. El cierre refleja la noticia de más actualidad para un sector, el de las ferreterías, que en el pasado tuvo un gran peso en Logroño, y que actualmente sobrevive a esta crisis que le afecta como a todo el pequeño comercio, y con el añadido de las peculiaridades propias de un ámbito que requiere un nivel importante de especialización y grandes inversiones para mantener stocks amplios y variados; y que además se ha visto especialmente golpeado por la caída de la construcción. En la actualidad son una veintena los establecimientos ferreteros en la capital riojana, casi todos con varias décadas de trayectoria, nombres tradicionales como Casado, Cardy, López Suberviola, Larrea o Solano.

Su crisis empezó además antes que la del resto, «cuando en un mismo año reforman el Alcampo, abren el Berceo y un Brico Stock, llevamos diez años de crisis y el burro cada vez se acostumbra a comer menos... hasta que muera», comenta un empresario, que no revela su nombre.

Apertura a otros campos

La apertura a otros campos como el menaje y objetos del hogar pasan por la vía de adaptación del sector a un contexto nuevo, donde la utilidad de sus productos ya parece no serlo tanto. «La ferretería industrial la tuvimos que quitar y nos quedamos con el lado del menaje. Sufres los problemas para aparcar, la peatonalización de las calles, o que la gente a veces prefiere comprar artículos baratos de usar y tirar que productos de más calidad, o gastar en reparar», comenta Mari Mar Alegre, trabajadora de López Suberviola, un establecimiento con 37 años de vida.

En Vara de Rey se encuentra otro de los establecimientos 'míticos', como es Cardy, con más de 60 años de existencia y un gran cartel de 'Se traspasa' en la puerta. Su propietario, Jesús Vildósola, se jubila, y no quiere que el negocio muera con él... aunque empieza a temer que eso ocurra: «Estoy intentando traspasarlo, y yo mismo estaría formando durante cuatro meses a la persona que lo cogiera... pero no encuentro a nadie, la gente joven no sabe o no quiere; a mediados de año si no sale nadie, empezaré a liquidar, que es lo último que querría». Sorprende que su propuesta no tenga acogida en unos tiempos donde encontrar trabajo es la prioridad máxima: «Abrir de cero una ferretería es muy difícil porque requiere muchísima inversión y buenos clientes, cogiendo ésta no te vas a hacer millonario, pero vas a tener trabajo y un sueldo decente, además de que yo les enseñaría el oficio, y gracias a Dios, tengo unos clientes buenísimos... pero parece que nadie valora eso».

Durante todas las entrevistas en los propios establecimientos consultados, el goteo de clientes es constante, siempre para hacer pequeños gastos. Piden generalmente piezas, recambios para utensilios del hogar, o simplemente orientación de dónde pueden conseguir determinado material. «La salida es dar calidad, atención personalizada y conocimiento del producto», explica Juan José Solano, de la Ferretería Solano en Pérez Galdós. La competencia de establecimientos como bazares chinos y similares, o el propio internet, es fuerte; y la ferretería industrial está bajo mínimos ante el desplome de la construcción: «Ahora vendemos más menaje, pero en general la gente busca productos tradicionales de toda la vida (que ya no se hacen) o las últimas novedades, lo que te obliga a tener un stockage muy amplio... hasta las escarpias tienen modas», añade Solano, quien subraya el problema de que «todo lo que ganas lo reinviertes en comprar más stock... parece que cuanto más vendes más pierdes, no son negocios fáciles ni de rentabilidad rápida», concluye.

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