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El sexo, en boca de todos
SOCIEDAD

El sexo, en boca de todos

Un libro traza la crónica erótica de las prácticas orales a través de anécdotas históricas

PILAR MANZANARES

Martes, 5 de noviembre 2013, 03:52

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Desde las prácticas bucogenitales del Paleolítico a las cartas gourmet de hoteles de lujo de Shanghái que ofrecen 'seven textures' -siete tipos de felaciones en los que la ejecutora alterna en su boca té helado y caliente, eucalipto, batidos, champagne y hasta 'peta zetas'-, el sexo oral ha sido objeto de placer y condena. Y aunque las autoridades sanitarias, y Michael Douglas, adviertan de que puede causar cáncer de garganta, muchos han sido los atracones con los que a lo largo de la historia se han homenajeado desde reyes a plebeyos.

Quizás la más famosa, después de la actriz Linda Lovelace (protagonista de 'Garganta Profunda'), haya sido Cleopatra, la reina de Egipto y de las felaciones, capaz de satisfacer a cien generales romanos que posteriormente eyacularon en una gran copa de oro que ella se bebió, o eso cuenta, otorgándole ciertos visos de verosimilitud, el escritor y sociólogo Miguel Ángel Almodóvar en el libro 'Crónica general del sexo oral'.

«De ser cierta esta historia, y como se ha dicho, es bastante más que probable que así sea, Cleopatra, y no los directores japoneses, habría sido la verdadera inventora del 'bukkake' -un género pornográfico de sexo grupal en el que un hombre o una mujer acaba bebiendo los fluidos seminales-», explica el autor.

La emperatriz Wu Zetian, la única mujer que llegó a reinar en China como soberana absoluta, prefería ser la protagonista de las ofrendas orales. Así estableció en el siglo XVII una suerte de 'derecho de pernada' por el que no concedía audiencias sin exigir antes que le realizaran un cunnilingus, previo escrupuloso lavado de boca, eso sí.

El monarca insaciable

Más discreto, a pesar de coleccionar amantes con las que se veía a escasa distancia de la alcoba de su esposa, Victoria Eugenia de Battenberg, pero igual de caprichoso en aplacar sus deseos eróticos fue Alfonso XIII. Y es que el monarca era un gran consumidor de cine sicalíptico -porno explícito- «rodado a su gusto y medida y que veía en sus aposentos», escribe Almodóvar.

Fue a la productora catalana Royal Fims a quien el primer conde de Romanones encargó una trilogía en la que el protagonista es el sexo oral. Fechadas entre 1919 y 1923, los originales de estas tres películas se encuentran actualmente en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana. Sus títulos: 'El confesor', 'Consultorio de señoras' y 'El ministro'.

La primera de estas cintas trata sobre un sacerdote y sus encuentros con varias damas, en las que demuestra un vasto conocimiento de posturas y masturbaciones. La segunda es similar pero sucede en la consulta de un ginecólogo, donde todo acaba en orgía, y la tercera muestra cómo una amante esposa convence a un ministro de que otorgue un favor a su arruinado marido.

No acaban aquí las aventuras cinéfilas de Alfonso XIII, quien de vacaciones en Hollywood pidió al actor Douglas Fairbanks que le presentase a 'Fatty' Arbukle, el intérprete procesado por la muerte de Virginia Rappe, a quien violaron introduciéndole una botella de champagne en la vagina. Aunque fue exculpado, pocos dudaron en el mundillo cinematográfico de su culpabilidad y Fairbanks le dijo al monarca que presentárselo iba a ser complicado por su fama de indeseable, a lo que Alfonso XIII respondió: «¡Qué injusticia! Eso nos podría haber pasado a cualquiera!».

En el caso del presidente de Francia Félix Faure se puede decir que así fue, aunque el fallecido fuera él al sufrir una apoplejía mientras gozaba de una felación, lo que sirvió a sus adversarios políticos para hacer burlas. También los hermanos Bécquer usarían estos goces para mostrar a Isabel II como una mujer lujuriosa capaz de protagonizar actos de libertinaje que a muchos sonrojarían -llegaron a dibujarla copulando con un borrico-. La colección de 89 acuarelas que atesora la Biblioteca Nacional y que está recogida en el libro 'Los Borbones en pelota' muestra una en la que la reina está a punto de iniciar una felación a su amante Carlos Marfiori. Al menos es seguro que a la monarca no le hacía falta cambiar sexo oral por votos, como en 2007 prometió la campaña electoral del partido belga NEE (No a la Mala Política).

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