Ladrones de iconos

Con el estreno de 'The Bling Ring' vuelve a sonar con fuerza el coro de voces críticas que abunda en la superficialidad que despista la mirada de Sofia Coppola, cuando lo cierto es que resulta más que evidente que la directora de 'Lost in Traslation' ha conseguido labrarse una personalidad propia lejos de la influencia temática y estilística de su progenitor, a diferencia de otros vástagos del off Hollywood como Jennifer Lynch ('Surveillance') y Brandon Cronenberg (la relación indirecta entre 'Antiviral' y 'The Bling Ring' revela las profundas similitudes de dos discursos virtualmente antagónicos). Al igual que en 'Somewhere', Coppola traslada a la pantalla su visión de la realidad filtrada a través del cristal deformante que envuelve la burbuja mediática a la que aspiran los protagonistas de un relato basado en un artículo de Vanity Fair titulado 'The Suspects Wore Louboutins', de Nancy Jo Sales, esa burbuja en la que habitan los personajes solitarios que vertebran una filmografía en la que la exquisitez formal se concreta en un montaje minimalista que tiende a encadenar planos estéticamente asépticos. 'The Bling Ring' no es un juicio a la cultura de la fama -asusta imaginar el daño que hubiese producido Todd Solondz partiendo del mismo texto-, pero desnuda el ridículo estilo de vida del Olimpo de estrellas sin oficio que obsesiona a una juventud fashionista adicta al Adderall y las drogas de diseño. La lectura completa de 'The Bling Ring' -que se anticipa por poco a la demoledora 'The Canyons', de Paul Schrader- no despeja ninguna de las incógnitas que adelanta su planteamiento. Lo que puede parecer una tarea sencilla -descifrar las motivaciones de unos personajes hedonistas que tratan de ocupar el vacío existencial con placeres materiales-, distrae al análisis de una estructura cinematográfica más sólida y compleja de lo que permite adivinar su superficie deslumbrante.