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Cameron comenzó en el porno después de hacerse famosa en un programa de EE UU.
La chica que casi dinamita el porno
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La chica que casi dinamita el porno

Famosa por un 'reality' y con 17 condenas, la actriz X Cameron Bay dio positivo en VIH y paró los rodajes en Los Ángeles en plena polémica por el uso obligatorio del preservativo

FRANCISCO APAOLAZA

Sábado, 31 de agosto 2013, 11:10

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Se llama Cameron Alexandria Adams, aunque en la 'cama' le decían Cameron Bay y llevaba dinamita en la sangre. Se le manifestó hace unos días con la frialdad de un análisis de enfermedades de transmisión sexual: VIH-Positivo. Lo leyó y se le vino el mundo encima. No solo a ella. En el mundo del porno de EE UU, en el que se ganaba la vida, el virus es una colilla encendida en un polvorín. Que ella fuera portadora estuvo a punto de reventar el suculento tinglado de la carne. Cameron Bay, con sus pecas y su pelo rapado, con su miscelánea de tatuajes, su aire macarra y marginal, paró en seco el rodaje de películas en Los Ángeles, la cama redonda más grande del mundo donde 200 compañías graban 11.000 películas al año.

Antes de saberse portadora había mantenido relaciones con el actor Alexander Corvus, que a su vez trabajaba con Sidney Leathers, protagonista de la adaptación sexual del escándalo de 'sexting' del congresista Anthony Weiners, al que se le fue la mano con el móvil en un arrebato de calentura. Una semana después de que Bay hablase, el fuego está controlado: nadie de los posibles 'tocados' por el virus era portador, pero Cameron sigue en el ojo del huracán.

Nacida hace 29 años en Phoenix (Arizona), en algún momento le cogió el gusto a navegar en la tormenta. Desde que era una adolescente comenzó a labrarse una carrera por el lado más salvaje de la vida. Según el 'Daily Mail', Cameron Alexandria acumula 17 condenas. Una de ellas la tuvo un año y medio a la 'sombra' en una penitenciaría de Arizona en 2007. La última de sus muescas penales terminó con una foto suya colgada en la web de los buscados en EE UU en octubre de 2012 por desórdenes públicos. En su historial de 'enfant terrible' hay robo, agresión a los agentes, imprudencia al volante&hellip

La conocían en las comisarías, pero ella quiso dar el salto y ser una verdadera 'celebrity'. Al fin y al cabo, todo el mundo tiene derecho a quince minutos de gloria. A ella le tocaron en tres ocasiones. La primera, a su salida de la cárcel, en 2009: consigue entrar en un 'reality show' de la cadena estadounidense NH1. 'Academy Tools' consistía en que parejas más o menos mal avenidas acudieran a un campamento a rehacer sus relaciones. Entró con su novio Clarence, que según ella se daba unas fiestas de órdago. Como es natural, siguieron peleándose y al tercer episodio los pusieron de patitas en la calle.

Su camino siguió una senda hasta cierto punto lógica: de la cárcel a la tele y de ahí, a la industria del porno. Segundos quince minutos de gloria: Cameron consigue hacerse un hueco entre las sábanas (y su ex, en las del porno gay). Aunque no es una de las estrellas, rueda en Los Ángeles todo tipo de cintas. Terceros quince minutos de fama: confiesa que es portadora del VIH y se debate entre los que la atacan por irresponsable en sus encuentros sexuales y los que la ven como una heroína por dar la cara. Entre los primeros está la actriz porno Taryn Thomas, que la acusa de haberle acosado durante años, de agredirle y de haberse colado en su propia casa, además de rodar con «talentos no testados», refiriéndose a personas que no presentan el análisis de enfermedades de transmisión sexual en los rodajes. Las productoras los exigen a sus artistas (en España, los actores se someten a estas pruebas cada 28 días) y son la única barrera ante el contagio desde que se implementaran en los años 80, cuando varios actores murieron de sida. «Nadie que no tenga los análisis limpios y en regla trabaja con nosotros, pero no respondemos de todas las productoras», aseguran fuentes de la compañía española de Nacho Vidal.

No es la primera vez que la maquinaria X se ve contra las cuerdas ante la sombra de la enfermedad. En 2004, el actor Darren James hizo público que era portador del virus. Lo comunicó en un anuncio por el que su propia familia se enteró de su profesión. Al parecer, le habían contagiado en un rodaje en Brasil y en las pruebas siguientes se demostró que antes de saberlo, había contagiado a otras tres actrices. Cuentan que la presión lo puso al borde del suicidio y el asunto constituyó uno de los episodios más oscuros de la historia del porno. Esta primavera, Jesse Spencer, conocido como Mr. Marcus, fue condenado a un mes de prisión por ocultar su positivo en sífilis. En junio, otro actor de porno gay dio positivo en uno de sus test, aunque no trascendió el nombre. Cada año saltan un par de casos -al menos de manera oficial- que generalmente no trascienden por el interés de los protagonistas. Nadie quiere ser Cameron, quien al haber dado la cara se ha expuesto a que nadie quiera rodar con ella y consecuentemente a quedarse sin trabajo.

Guerra al virus

El caso de Adams llega a escena en plena batalla judicial por la seguridad sexual en Los Ángeles. El pasado noviembre se aprobó allí la 'Measure B', una ley impulsada por la Aids Health Care Foundation por la que se obligaba a usar el condón en las sesiones porno. Según sus promotores, entre los trabajadores de este sector había un índice de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) mayor que el de las prostitutas de Las Vegas. La medida, que nunca se cumplió al cien por cien, se fue bloqueando por los recursos de los productores, que estos días han sufrido un duro revés, al ser declarada como constitucional por los tribunales. Si se atiende a la ley, en breve el látex será el protagonista de las cintas, lo que podría suponer una revolución en la industria. Las productoras -que se impusieron los análisis pero no están de acuerdo con rodar con preservativo- amenazan con largarse a otro país a filmar y abandonar California, una de las mecas mundiales del porno junto con Budapest. «La gente no quiere ver una película en la que los actores lleven condones», dijo el mismísimo Larry Flynt. Al actor español Nacho Vidal le parece «perfecto. Ojalá lo hubieran hecho antes». A él mismo lo infectaron de gonorrea y clamidia.

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