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editorial

Remedio dudoso

Los militares egipcios deben dar pruebas de que, además de evitar una guerra civil, tienen voluntad reconciliadora e inclusiva

PPLL

Viernes, 5 de julio 2013, 03:24

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Tras emitir un ultimátum al poder, las Fuerzas Armadas egipcias depusieron en la noche del miércoles a Mohamed Mursi y nombraron un reemplazante interino en la persona del presidente del Tribunal Constitucional, quien formará un Gobierno técnico mientras los uniformados, jefes políticos de hecho de la nueva situación, abren un proceso de consultas con líderes y partidos diversos para recomenzar una especie de 'segunda transición': nueva Constitución y nuevas elecciones, presidenciales y legislativas. La retórica oficial pretende otra cosa, pero se trata de un golpe de Estado, aunque disponga de considerable apoyo social. Incluso así, y aceptando que la situación era difícil, con una crisis económica aguda y una gestión gubernamental excluyente y escorada, la acción militar dudosamente será un remedio y confirma que el Ejército sigue siendo el gran partido no oficial. Mursi merece todas las censuras por su poca cintura política y por su conducta, equivocada al máximo por no trabajar con la oposición tras obtener sus victorias electorales siempre por muy poco y con baja participación. Pero la Constitución ahora suspendida fue votada libremente y él fue elegido en los primeros comicios presidenciales libres y creíbles que se recuerdan en el país. La decisión militar es así más arriesgada que nunca y si se produce un movimiento pendular de proscripción del islamismo político el desastre estará servido. Las primeras medidas, el cierre de medios hostiles y las detenciones masivas del liderazgo islamista, son preocupantes y ponen a distinguidos demócratas liberales como Mohamed el-Baradei en una situación difícil. Por no hablar del júbilo del Gobierno sirio por la derrota de 'la peste islamista', que sitúa al presidente Asad en el lado de la revuelta vencedora. La cautela internacional ante el golpe puede entenderse en términos de realismo político: esperar y ver&hellip Pero el nuevo régimen debe dar rápidas pruebas de que, además de evitar una guerra civil, tiene la voluntad reconciliadora y el sentido inclusivo y moderado que le ha faltado al Gobierno ahora depuesto por la fuerza.

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