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El televisivo Ángel Llàcer. /E. C.
Ángel Llácer: «Los ingenuos y los necios me niegan credibilidad»
conferencias hoy y mañana

Ángel Llácer: «Los ingenuos y los necios me niegan credibilidad»

El director teatral y jurado televisivo Ángel Llàcer hablará del éxito personal en El Aula de EL CORREO

GERARDO ELORRIAGA

Miércoles, 20 de febrero 2013, 18:14

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Ángel Llàcer ha compaginado una prolífica labor como actor y director teatral con su trabajo en la radio y televisión, labor que le ha aportado gran popularidad. Pero el éxito también comporta peajes. «Los ingenuos y los necios me niegan la credibilidad», afirma. «Hay tipos que se sienten mejor, más importantes, si te restan méritos, si no valoran tu talento, les gusta criticar, que es algo absurdo». El profesor de los programas 'Operación Triunfo' y 'Tu cara me suena' llega al Aula de EL CORREO para hablar de las claves de la realización personal.

El acto tendrá lugar hoy, a partir de las ocho de la tarde, en el Salón El Carmen de Bilbao y mañana, a la misma hora, en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria. Ambas conferencias son fruto de la colaboración de la Fundación Vocento y Alienta Editorial, que ha publicado el libro de Llàcer 'Parece difícil, pero no lo es'.

Los prejuicios que encuentra por esa fama también constituyen un factor positivo. «Enseguida sabes cómo es tu interlocutor, te revelan si es tonto o listo», aduce. Su primera incursión literaria recoge experiencias personales, ligadas a su formación y actividades en el ámbito artístico, y consejos para obtener una plena realización. «Se trata de un libro que invita a la reflexión, yo creo que es ideal para leerlo en grupo y comentarlo, como si se tratara de una conversación nocturna entre amigos que se cuentan su vida», señala y apunta que el éxito está en uno mismo, «aunque tiene diferentes significados para cada individuo y hay que encontrar el propio».

El esfuerzo es la base de su receta, aunque asegura que España es un país de pandereta donde tal cualidad no se reconoce en su justo valor. «Es desolador», confiesa. «Aunque creo que esto va a cambiar, que esta crisis va a replantear el lugar que ocupan las personas». De todas formas, apunta que el éxito y el talento no siempre van unidos. «Eso ocurre cuando se produce tan sólo de cara a los demás. Hay quien te da más importancia por salir en televisión, lo que también resulta absurdo».

Actor transparente

Entre el Ángel Llàcer que aparece en la pequeña pantalla y el real existe una considerable distancia. «El personaje es más imprevisible, yo soy más pausado», asegura, aunque también señala que ambos practican el mismo modus operandi: «Miro, escucho y, luego, actúo», explica. «No empecé a hablar hasta que tuve dos años y medio. Parece que no lo veía claro».

El protagonista del encuentro se considera un profesional que siempre hace lo que se le encomienda y reconoce que en la televisión todo está controlado y supeditado a la consecución del espectáculo. «En cambio, en mi vida personal no me gusta planificar, me dejo sorprender, y me guío por el lema que dice que por muy malo que parezca estar todo, nunca pasa nada».

Medio centenar de obras clásicas, musicales, infantiles y comedias componen su amplio currículum teatral. «A mí ese medio me pide más implicación porque exige ensayos y preparar textos, mientras que en la televisión me pongo las gafas y salgo, no existe esa intensa preparación previa». Como director de escena, le gusta que los intérpretes se dejen hacer. «El actor tiene que ser transparente, completamente dúctil, plastilina, entregarse para convertirse en otra persona».

A la hora de montar producciones, se manifiesta partidario de la creatividad. «Existe la equivocada creencia de que la cultura consiste en reponer cosas hechas y así no avanzamos mucho», alega y defiende la necesidad de apostar por hacer con pocos medios. «El talento no vale dinero. Yo he disfrutado con espectáculos sin un duro y contemplado obras en el Teatro Nacional que no aportan nada». Poner sobre el escenario una pieza de Shakespeare sería su ilusión, pero admite que no tiene tiempo.

Curiosamente, el miembro del jurado de 'Tu cara me suena' que se ha esforzado por plantar sus labios en el rostro de todos sus compañeros se reconoce como muy poco dado a esas manifestaciones de cariño. «No soy muy de besar ni tampoco de admirar. Lo tengo que pensar mucho. Creo que le daría un beso al Papa, de despedida».

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