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De entre los muertos
CRÍTICA DE CINE

De entre los muertos

JOSU EGUREN

Viernes, 21 de diciembre 2012, 02:59

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Para los espectadores alérgicos al HFR que hayan sufrido la violenta hiperrealidad contenida en los 48 fotogramas por segundo de 'El hobbit', no hay mejor receta que este delicado relato humanista articulado mediante la técnica 'stop-motion', un cuento de terror infantil, con resonancias a Washington Irving, en el que los directores Chris Butler y Sam Fell manifiestan las pesadillas de un niño extraño a la lógica de una sociedad zombificada.

Sujeta a los arquetipos, desde los que parten unos personajes con un arco de transformación propio del género de terror, 'El alucinante mundo de Norman' sirve como plataforma para una crítica -aparentemente ingenua- a la decadencia espiritual de un país que ha perdido la batalla contra la comida basura y la crisis económica. América sigue aferrándose a una letanía de tics moralistas que se remontan a la época de los pioneros, de ahí la oportunidad de revisar, actualizar y jibarizar el análisis que hizo Arthur Miller en 'Las brujas de Salem'. Norman -ParaNorman- es un niño maldecido con la habilidad de dialogar con los muertos, un freak marginal en tránsito hacia una adolescencia solitaria, pero también el vehículo perfecto para que Butler y Fell desaten el éxtasis heroico con el que han soñado los lectores de 'Famous Monsters of Filmland' durante décadas.

La cinta es una pequeña revancha en la que se cuelan guiños a los héroes proscritos por el 'mainstream', un homenaje al cine de John Carpenter y George A. Romero interpretado a la perfección por unas criaturas manipuladas por un equipo de animadores extraordinario. Dos puntos por debajo de la exagerada gracilidad de 'Frankenweenie', los personajes de 'El alucinante mundo de Norman' habitan en un ritmo animático semejante al de 'Los mundos de Coraline', quizá en un universo menos preciosista e imaginativo que el de la obra de Henry Selick, pero perfectamente ajustado a las necesidades de un guion plagado de anotaciones en B. Un excelente trabajo, colmado de sugerentes notas de ingenio, que reivindica la diferencia frente a las imágenes clónicas.

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