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OCTAVIO IGEA oigea@elcorreo.com
Jueves, 20 de diciembre 2012, 18:50
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O en coche o nada. Los vecinos del barrio Egirleta de Bilbao, una zona residencial ubicada junto al alto de Santo Domingo, buscan soluciones a un problema que amenaza con eternizarse. Viven «enjaulados». Salir a la calle andando es una aventura peligrosa que adquiere tintes dramáticos si lo que se pretende es utilizar el transporte público. Llegar a la parada para coger un autobús requiere transitar 200 metros de vía sin arcén y atravesar los cuatro carriles de una de las carreteras más transitadas de Bizkaia. Y hasta saltar una mediana, una situación insostenible para un vecindario en el que abundan las personas mayores y los adolescentes. «Nos jugamos el pellejo cada día», alertan los afectados, que llevan once años reclamando al Ayuntamiento y a la Diputación la instalación de una pasarela peatonal que solucione sus problemas. «¿No van a hacer nada hasta que no haya un muerto?», lamentan.
«El barrio estaba antes que la carretera», señalan desde Egirleta a la hora de iniciar el relato de la situación. Todos se conocen, y los problemas que genera la situación tienen nombres concretos. Pedro es un jubilado octogenario que atraviesa la vía cada día a las ocho y media de la mañana para cuidar su huerta «llueva, truene o haga calor»; los autobuses de un colegio privado le han dicho a Cristina que no se arriesgan a dejar a su hijo en la parada porque no hay arcén y no quieren responsabilizarse ante un posible atropello, y a César un profesor particular que acude a su domicilio le cobra 650 euros mensuales por 24 horas lectivas al tener que desplazarse «irremediablemente» en coche hasta la zona. «Pertenecemos a Bilbao, no vivimos en la punta del Amboto», lamentan, «El Guggenheim y todo eso es muy bonito, pero hay vecinos en esta ciudad que no pueden salir de casa», añaden.
Los vecinos comenzaron a movilizarse en 2001. La primera petición vecinal en busca de una pasarela que permita 'librar' la carretera fue dirigida al Ayuntamiento de Bilbao, pero los técnicos municipales la rechazaron aduciendo que la vía es responsabilidad de la Diputación. El Gobierno foral adujo después que los accesos peatonales al barrio deben ser marcados por el Consistorio, que no incluía entre sus planes modificar los actuales. La respuesta de ambas administraciones se repitió durante 2003, 2004 y 2005, con una queja al Ararteko de por medio que da la razón a los residentes.
«Una bomba de relojería»
La carretera está delimitada como vía rápida, por lo que está prohibido el tránsito de peatones. Sin embargo, los vecinos se ven obligados a remontar la ladera a diario mientras los coches pasan «zumbando». «Encima mejoran el pavimento para que corran más...», lamentan los afectados. El último motorista fallecido en la zona se dejó la vida en una curva donde «hay flores todo el año por una víctima anterior». Tras años de incertidumbre, la Diputación ha asumido este año el proyecto de la pasarela, pero lo ha aparcado en un cajón. Su construcción queda vinculada al proyecto para desdoblar la carretera, actuación que no se desarrollará hasta que las condiciones económicas mejoren. «Esto es una bomba de relojería», advierten en la zona.
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