El 'Reciclagune' entrega cada mes 500 artículos usados gratis

Se acerca el invierno y es necesario tener las cadenas del coche a punto o disponer de unas buenas botas de esquí o, mejor aún, de los esquís. Estos artículos cuestan cero euros en el 'Reciclagune', el espacio de recogida de enseres usados pero en buen estado promovido por el Ayuntamiento de Vitoria y FCC. Si a uno no le importa pertrecharse con un artículo de segunda mano, tiene una oportunidad de lo más sostenible en este pabellón ubicado en el número 8 de la calle Eskalmendi. Apenas lleva medio año abierto y recibe una media de 1.200 visitas mensuales. Algo más de medio millar de estas personas encuentra cada mes lo que busca y se lo lleva a casa a coste cero.

Pero para que la iniciativa siga viva es necesario que los vitorianos se acuerden de que esos objetos que ya no les sirven pueden hacerle un gran favor a otra persona. No los tiren a la basura. De momento, los particulares aportan una media de 120 artículos al mes y desde los garbigunes de Sansomendi y Gardélegui llega el resto del material, explica Mikel Zabala, uno de los cuatro chicos que lleva el 'Reciclagune'. Han logrado ya 4.350 piezas.

Los libros, los peluches y todo tipo de juguetes y juegos de mesa son, sin lugar a dudas, los artículos más abundantes en el almacén. Pero eso es porque hay otros, como los sofás, las camas, el mobiliario de salón o todo lo relacionado con la puericultura -carritos de coche de buenas marcas, cunas con colchón, tronas, hamacas, bañeras...- que se los quitan de las manos.

«Es habitual que por aquí vengan jóvenes que tienen lonjas alquiladas y se lleven sofás y teles», detalla Zabala. Y es que en las estanterías hay desde ordenadores con sus impresoras (en uso) hasta aspiradores, calefactores, equipos de músicas, bafles y un solarium de cara.

Los gestores del local no miran si sus 'clientes' tienen muchos o pocos recursos. Ellos solo les piden el carné y controlan que nadie se lleve más de un artículo al mes, excepto los libros que pueden llevarse en lotes, para evitar abusos.

Cinexin y enciclopedias

Las anécdotas se van acumulando y Mikel Zabala recuerda con cariño la cara de emoción de un «un señor mayor que se llevó un cinexin antiguo que al parecer llevaba tiempo buscando».

Otros están tan contentos con lo que se llevan que tratan de dar propina a los chicos que gestionan este local, y si alguno se pregunta si puede haber alguien hoy en día a quien le interese una enciclopedia, la respuesta es sí. Álvaro, un jubilado ya casi asiduo por el local de Eskalmendi, se llevó una hace semanas: «Era ilustrada, creo, y me gustó, porque yo nunca en mi vida había tenido de esos libros», zanjó. Llegaba con una lista de los artículos que ya había ojeado en la página web del 'Reciclagune'.