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TV

Huida de las públicas

JUAN VARELA

Lunes, 3 de diciembre 2012, 02:55

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La audiencia abandona RTVE. Los informativos son el último bastión en caer. Por primera vez en cinco años el informativo de otra cadena ha batido a los telediarios de la pública el mes pasado. Medio millón de oyentes han abandonado RNE 1. La huida de audiencia es una protesta como las que recorren las calles, los hospitales o los centros educativos. Una parte de la audiencia no transige con el cambio de línea editorial. Muchos periodistas de RTVE han protestado por la censura y la manipulación ante el Consejo de Informativos. RTVE no es la única perjudicada. Las autonómicas más criticadas, como la madrileña o la valenciana, y casi todas las radios públicas -con la excepción en bloque de las catalanas en pleno debate preelectoral- sufren la desbandada. Huye la audiencia políticamente más crítica. Pero también la aburrida por la debilidad de las programaciones de las cadenas públicas, hundidas por los recortes y las protestas de los trabajadores.

¿Estalla la crisis de la radiotelevisión pública? Es una crisis anunciada y diseñada desde el poder. Las televisiones públicas tienen muchos enemigos, entre ellos los responsables de sus males. Su gigantismo, burocratización y derroche las hace antipáticas para muchos y onerosas para todos. ¿Quién se beneficia de la quiebra? De un lado están productoras como Secuoya o Vértice 360, favoritas para las privatizaciones. Ya cuentan en sus consejos de administración con exdirigentes populares como Miguel Ángel Rodríguez y Josep Piqué, miembros de los gobiernos de Aznar, además de amigos, familiares y personajes habituales en la sede popular de Génova. Del otro, ciudadanos y trabajadores perderán lo invertido tantos años sin que nadie apueste por un modelo alternativo de independencia, eficiencia y ajuste.

La información es la gran perjudicada. Con sus males, los telediarios públicos son los únicos renuentes al sensacionalismo y la vacuidad de las grandes privadas. Pero el duopolio Telecinco/Antena 3 es insaciable y el Gobierno Rajoy está encantado.

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