Víctima del nerviosismo final

La victoria del Knet en Cáceres se esfumó a falta de tres segundos para el final. Porque hasta ese instante los de Jesús Sala vencían por uno (69-70), después de que Uriz cogiera un rebote . Pero un triple de Pedro Robles fulminó a los riojanos. «Con cara de tontos», como decía uno de los integrantes de la expedición de los logroñeses en las redes sociales, terminó el Clavijo.

Porque después de un brillante primer cuarto, en el que el equipo riojano jugó a baloncesto, anulando al rival, imprimiendo un gran ritmo de juego, nadie podía entender que en el segundo parcial todo el trabajo previo se diluyera a causa de una defensa más floja, cambiando ambos equipos los roles, volviendo a tener que remar contracorriente tras el descanso y lograr la heroica de ponerse por delante en el electrónico.

Pero la victoria se esfumó. Dos puntos menos que no suben a la clasificación, en la que los de Jesús Sala se sitúan en la octava plaza. Y el viaje de regreso a Logroño fue más duro de lo deseado y esperado.

El primer cuarto, el Knet salió con las ideas más claras y prontó comenzó a imprimir las primeras ventajas en el electrónico, sobre todo, con la aportación de Mesa y Galarreta, los autores de quince de los diecisiete puntos que anotó el equipo riojano en los primeros diez minutos. Además, los de Jesús Sala supieron aprovechar el desconcierto local en defensa. El único pero, la falta de acierto desde la línea de 6,75 de los visitantes -algo que arrastró durante todo el partido con unos paupérrimos porcentajes de acierto (2 de 23)-. Solo esta circunstancia impedía que el Knet marcara diferencias mayores. La máxima ventaja llegaría justamente al final del primer cuarto, cuando se marcó un claro 9-17.

A pesar de que el segundo acto arrancó con una nueva canasta riojana, de Juan Herrero, que ponía a los suyos diez arriba, las faltas personales de Mejeris y Sidao obligaban a Sala a sentar a sus dos hombres más altos. Una circunstancia que aprovechó Carlos Frade, que con una mejor lectura del partido, aleccionó a sus jugadores para volver a meter al Cáceres en el partido. Dos triples seguidos de Alex López y Hobbs acercaban en el marcador a los cacereños, 17-21. Un nuevo acierto desde la línea de 6,75 de los locales, esta vez de Morentín, colocaba el marcador en 24-25 en el minuto 15, obligando al técnico madrileño a solicitar tiempo muerto.

El Cáceres veía aro con más facilidad, mientras que en defensa le complicaba la existencia al cuadro riojano. Además, el Knet no era capaz de capturar rebotes ofensivos de forma tan cómoda como la lograda anteriormente. Van Oostrum, también de 3,dejaba el marcador en 27-26. Pero el equipo riojano no lograba la reacción esperada. En la recta final del segundo cuarto llegaron los momentos más desconcertantes de La Rioja, y únicamente el acierto de Borja Arévalo y Mesa pusieron el partido en tablas al llegar al descanso (38-38).

El tercer cuarto arrancó con un parcial de 4-0 para los locales y, aunque no eran capaces de romper el encuentro, siempre llevaron la batuta. El Clavijo lo intentaba, encontraba su mejor arma en Mesa, que acertaba con tiros cómodos, sin embargo, no podía evitar las máximas diferencias para los extremeños en el marcador (55-48). Pero un último arreón del Knet dejó el partido en 57-55 y todo abierto para el último parcial.

Diez minutos que mostraron a dos equipos sumamente nerviosos. Puntualmente, el equipo logroñés se puso por delante(59-61, a falta de siete minutos para el final). No obstante, no lograba poner tierra de por medio. Nuevamente tocaba sufrir. Los de Sala erraron en exceso, pérdidas incomprensibles, fallos en los lanzamientos y decisiones en el juego desafortunadas.

A falta de 15 segundos, Uriz capturaba un rebote, anotaba, colocando a los riojanos uno arriba (69-70). Frade pedía tiempo muerto para estudiar la siguiente jugada. No salió. Falta personal de Quique Suárez. Solo se habían consumido 2 segundos. Nuevo tiempo muerto local. Y esta vez Pedro Robles acertó desde la línea de 6,75. No así Rakocevic que tuvo el último tiro. La fortuna no quiso aliarse con los riojanos anoche.