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Naufragio en Galicia
CRÍTICA DE CINE

Naufragio en Galicia

ANTÓN MERIKAETXEBARRIA

Martes, 13 de noviembre 2012, 09:29

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El escritor gallego Manuel Rivas es el responsable del pobre guión de 'Todo es silencio', una descafeinada película de José Luis Cuerda, ambientada entre contrabandistas y narcotraficantes, en la Galicia de los años 80. A partir de ahí, unos diálogos frondosos, una escenografía raquítica y tópicos a mansalva hacen naufragar sin remedio este filme frustrado y frustrante, en el que sólo de tanto en cuanto surge algún que otro plano característico del autor de 'El bosque animado' y 'La lengua de las mariposas'. Ahí sí triunfó José Luis Cuerda a la hora de llevar a cabo esa tarea aparentemente imposible de meter el bello vestido de Cenicienta en la cáscara de una nuez, que es el arte de reflejar el mundo en imágenes contundentes.

Pero en 'Todo es silencio' es como si la resaca propia del mar bravío que rodea las delictivas andanzas de los protagonistas de la película, arrastrara hasta el fondo a todos y cada uno de los implicados en este proyecto, incluido el veterano director de fotografía Hans Burmann, con lo cual ni la trama ni la forma de contarla cala en el ánimo del espectador. Y es que el gran público exige a estas alturas de la película historias originales, vibrantes, apasionantes, de las que el título que hoy les comento carece por completo.

A José Luis Cuerda habría que recomendarle la visión de dos películas muy diferentes, pero complementarias. Por un lado, ya en tono de humor, el excelente filme de Alexander Mackendrick 'Whisky a go go' (protagonizado por un grupo de ciudadanos escoceses dispuestos a hacerse de forma fraudulenta con un cargamento del preciado licor alcohólico); por otro, ahora en clave aventurera, la magistral película de Fritz Lang 'Los contrabandistas de Moonfleet' (centrada en las peripecias de una banda de contrabandistas, donde prevalece por encima de todo un indestructible sentido de la amistad). Nada de todo ello es posible vislumbrar en la película de Cuerda, que se hunde de forma irremisible en los abismos de la mediocridad y el aburrimiento.

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