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FÉLIX MORQUECHO
Jueves, 1 de noviembre 2012, 03:04
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Cuando las ganas de bailar recorren el cuerpo, cualquier excusa es buena para lanzarse a la calle al ritmo de la música. No importa que en estas fechas y estos lares no haya otra costumbre que no sea visitar los cementerios. Los actos preparados por El Corte Inglés con motivo de las fechas de difuntos sirvieron ayer para sacar a la calle a cerca de 150 chicas y chicos del grupo Danza Contemporánea Ipurua. Fue un espectáculo cargado de terror y sorpresas.
El grupo que dirige la coreógrafa Nerea Lodosa no es nuevo a la hora de desplegar un espectáculo en la calle. «Pues lo hemos estado calculando y hace ya unos veinte años que empezamos a hacer actuaciones en la calle», señala. Y es que un auditorio puede resultar más cómodo, pero bailar al aire libre es una sensación especial. Sin embargo, el espectáculo celebrado ayer suponía la primera vez en que esta formación ofrecía un número relacionado con la fiesta de Halloween.
Sacar el baile a la calle también tiene su peligro, y en este caso estuvo en la música que jugó una mala pasada y obligó a un pequeño parón entre pieza y pieza. La propuesta que había lanzado El Corte Inglés se cumplió con una preparación exprés que consiguió movilizar a unas 150 personas de distintas edades, en unos ensayos intensos, sobre todo en fines de semana. «Cualquier excusa vale porque no podemos estar dos días sin bailar» señala Lodosa. Ayer, desde niñas de 8 años hasta chicas de treinta y tantos se convertían en zombis y otros personajes de terror. Las chicas que participan habitualmente en el grupo de baile tuvieron la ayuda de algunas madres, animadas ante la experiencia.
«El disfraz es sencillo, pero luego también hay gente que sabe de maquillajes. Hay quien ha preparado sangre artificial con azúcar... Con esto de la crisis, la imaginación está funcionando bien», apunta la coreógrafa. Así, el olor a polvos talco y el regreso del pelo cardado provocó más de un susto.
Prueba para otras citas
Montar una coreografía requiere un trabajo previo, y los ensayos semana tras semana, y año tras año hacen que todo fluya con naturalidad. Sin embargo, no todo el trabajo queda reducido a los veinte minutos del espectáculo de ayer, ya que los pasos diseñados servirán también para otras citas del grupo. «Es una prueba que nos sirve para ver el resultado entre la gente». No fue fácil hacerse sitio entre el público, pero al final, los zombis escaparon de sus jaulas y se lanzaron a bailar.
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