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HISTORIA TRUCULENTA

El viernes es mal día para morirse en el bar

Condenan al dueño de un pub galés que escondió a un cliente fallecido para que no le fastidiara la caja del fin de semana

ANDONE MARÍN

Martes, 30 de octubre 2012, 10:03

Hay historias ciertamente truculentas. Como la del dueño de un pub en Aberdare, una localidad del sur de Gales, que al encontrar a uno de sus clientes habituales muerto en el baño de su local en la noche de un viernes, no tuvo mejor idea que ocultarlo durante todo el fin de semana ante el temor de que la Policía cerrara su local para las pesquisas forenses.

No hacer caja un fin de semana puede suponer un serio perjuicio económico para quien regenta un bar y no están los tiempos para desaprovechar las oportunidades de recaudar ingresos. Eso debió de pensar el pasado enero Jason Chidgey, hostelero de 29 años, que encontró en el baño de caballeros a Mark Howells, de 48, que debía ser un gran cliente porque murió por intoxicación etílica.

Decidió esconder el cadáver pero no pudo emprender solo esta macabra tarea. La limpiadora del local, Audra Rees, tuvo la mala suerte de pasar por allí y aceptó la petición de ayuda de su jefe para trasladar el cuerpo a una habitación del hotel situado en la primera planta del edificio.

La recaudación de las jornadas más lucrativas de la semana fue salvada. El pub abrió con normalidad y durante todo el fin de semana Chidgey trabajó y se comportó en la barra como si nada hubiese ocurrido. Según la acusación en el juicio que ha desvelado el asunto, ante la preocupación de algunos amigos por no haber visto a Howells por allí, el hostelero dijo que había hablado con él recientemente y que se encontraba bien. El martes simuló el hallazgo casual del cadáver de su cliente y llamó a la Policía.

Mala conciencia

No contaba, sin embargo, con los remordimientos de la señora Rees. El mismo día del funeral del malogrado Howells, la limpiadora acudió a la Policía a descargar su culpa y contó todo lo ocurrido en la noche del viernes.

La mujer aseguró en el juicio que sufrió continuas pesadillas, en las que estaba presente el cadáver del cliente en la primera planta del hotel. Jason Chidgey no perdió la caja de aquel primer fin de semana fatídico, pero sí perderá las de todos los fines de semana de los 15 meses de prisión a los que que ha sido condenado por pervertir la administración de la Justicia.

El juez del caso le reprochó al dictar sentencia: «No mostró usted ningún respeto por el señor Howells. En sus respuestas a los funcionarios judiciales no ha expresado ningún remordimiento verdadero. Todo lo que pareció preocuparle es lograr que las cosas fueran menos graves para usted».

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