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MUNDO

Muere Gutiérrez Menoyo, el comandante revolucionario que se enfrentó a Castro

MILAGROS L. DE GUEREÑO

Sábado, 27 de octubre 2012, 04:15

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Desafiando leyes y prohibiciones, Eloy Gutiérrez Menoyo, que antes de convertirse en opositor fue uno de los tres comandantes 'gallegos' que tuvo la revolución cubana, murió la madrugada de ayer en La Habana a causa de un aneurisma y graves problemas de salud que arrastraba desde hacía tiempo.

Había nacido en Madrid el 8 de diciembre de 1934 en una familia republicana que, perdida la Guerra Civil, recaló en Cuba. Ya en la isla, Gutiérrez Menoyo se incorporó a la lucha contra el dictador Fulgencio Batista. Fundó el Segundo Frente nacional del Escambray, en las montañas de la región central de la isla, y tras el triunfo de la Revolución de enero de 1959 fue ascendido a comandante del Ejército rebelde.

Por divergencias con las políticas de Fidel Castro, huyó de la isla en 1961 y se unió al movimiento anticastrista Alpha 66. Tres años después, regresó a Cuba encabezando una invasión armada. Pero el intento fracasó. Él fue detenido y condenado a 30 años de prisión, de los que cumplió 22.

Fue excarcelado y embarcado directamente en un vuelo rumbo a España como concesión a la visita del entonces presidente socialista Felipe González. Después se instaló en Miami, donde en 1993 fundó la organización moderada 'Cambio Cubano'. Visitó la nación que adoptó como patria en varias ocasiones, incluso coincidió con el entonces presidente Fidel Castro en un seminario sobre democracia participativa.

En uno de aquellos viajes rompió su pasaporte y optó por quedarse y hacer oposición desde dentro. Era el año 2003 y durante meses vivió en un «limbo» jurídico. Dictó a su hija Patricia su testamento político: «Creo haber servido a Cuba por encima de los errores de mi autenticidad, de cualquier falta de visión de mi parte o de cualquier terquedad en el camino», dijo el 'gallego' que ejerció en sus últimos años una oposición pacífica, moderada y conciliadora. El texto, para publicar solo tras su muerte, revela que conocía su destino: «Según los médicos, mi diagnóstico es irreversible».

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