Borrar
Monstruo casero
CRÍTICA DE CINE

Monstruo casero

ANTÓN MERIKAETXEBARRIA

Domingo, 14 de octubre 2012, 04:18

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Leve mejoría en la filmografía de Tim Burton, que con sus últimas películas parece no levantar cabeza, cinematográficamente hablando. Sin embargo, que haya tenido que recurrir con 'Frankenweenie' a un largometraje de animación para relanzar su carrera es significativo al respecto, puesto que además se trata de la versión de un cortometraje suyo urdido en torno a la muerte de un perro, que un chaval lo recompone a su aire, al estilo utilizado por el doctor Frankenstein, para dar vida a su maligna criatura. De esta manera, el mundo de la infancia y el de la fantasía necrofílica se dan cita, sin que en ningún momento tengamos la impresión de estar viendo algo original o realmente sorprendente.

Filmado en 'stop-motion' y blanco y negro -llama la atención la recuperación actual de esta opción estética en los sombríos tiempos que corren-, 'Frankenweenie' saca partido de la moda retro característica de sus empeños creativos más personales. El problema está en que todo da la impresión de 'déjà vu'. Asimismo, el universo monstruoso del vecindario que rodea las andanzas del pequeño protagonista y de su 'bull-terrier' no tienen tanta mala uva como otros empeños semejantes.

Tal vez el hecho de que se trata de una coproducción con la factoría Disney le haya limado las afiladas uñas críticas al bueno de Tim Burton, creativamente metido en un lóbrego callejón sin salida. Y, como no podía ser de otro modo, acá y allá despunta de forma fugaz la veta poética perturbadora, macabra, del autor de 'Eduardo Manostijeras', con homenajes a Vincent Price y todo, pero, en su conjunto, a este monstruito canino le falta un hervor, que diría el castizo.

De manera que, de un lado tenemos la ingenuidad y los buenos sentimientos del simpático chucho y del pequeño Víctor, que chocarán como es de rigor con la mezquindad y la malicia de los civilizados adultos y de algún que otro crío más malo que la tiña. Contraposición que se extiende al espacio fílmico, esta vez en tono menor.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios