Cría perros

Por fin solos!', un título desafortunado para la película que sentencia el declive definitivo del que fuera uno de los nombres clave para entender la escena norteamericana en los años 80, Lawrence Kasdan. Coescrita por su mujer, a la que conoció durante el rodaje de 'Fuego en el cuerpo', '¡Por fin solos!' hurga en la posibilidad de retomar las claves temáticas de 'Reencuentro' (1983), aunque en esta ocasión lo que une y divide a un grupo familiares y amigos es un perro extraviado en el campo.

Si han tenido la oportunidad de disfrutar con 'Reencuentro' (una película 100% recomendable), recordarán las manos anónimas de Kevin Costner invadiendo el plano final en el que Kasdan materializaba el dolor y la pérdida de unos personajes reunidos en un velatorio nostálgico, y entenderán la decepción mayúscula que supone comprobar la lenta agonía con la que '¡Por fin solos!' deriva en tontorrona opereta postmenopáusica. Salvar al reparto parece tarea fácil -brilla por encima de todos una Diane Keaton siempre espléndida-, pero no lo es tanto cuando hay que tomar nota de la fragilidad del texto con el que Richard Jenkins y Dianne Wiest tienen que construir unos personajes opacados por el ladrido de un perro que es la estrella invitada de la función.

Kasdan ha envejecido, que no madurado, y lo que antes fueron reflexiones amargas sobre la infelicidad, ahora parecen las cómodas y cálidas cuitas de un director interesado en sellar un producto apto para la tercera edad. Amable, hasta el extremo, y desafilada como la peor de las infecciones posibles de la magistral 'Te querré siempre' (Roberto Rossellini, 1954), '¡Por fin solos!' trata el desgaste de un matrimonio al borde de un estanque dorado en el que flotan el síndrome del nido vacío y un profundo distanciamiento. Puede que el guión abunde en notas cómicas -se pretende dramedia-, pero en realidad es un réquiem por el guionista que nos alegró los 80 con 'En busca del arca perdida', 'Star Wars' y 'Silverado'.