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Presos de la secta
CRÍTICA DE CINE

Presos de la secta

JOSU EGUREN

Sábado, 28 de abril 2012, 04:45

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Martha y Marcy May son dos mujeres que compiten por el cuerpo de una adolescente psicológicamente destrozada, una adolescente prófuga de una secta, a la cual Sean Durkin reconstruye mediante 'flashbacks' que se funden con el presente barnizando su ópera prima con la asfixiante atmósfera de una película de terror. Automáticamente, el instinto cinéfilo recorre la filmografía de Michael Haneke, pero Durkin apela con soltura a nuevos referentes, incluyendo una magistral invocación a Hitchcok a través del manejo del espacio interior.

El primer largometraje de Sean Durkin es, tanto o más que 'Take shelter', una obra contaminada por la angustia de los espectadores que asistimos al crepúsculo de una sociedad decadente, una metáfora cruel, limpia de notas discursivas, que aterra por su minuciosa demolición de cualquier tipo de esperanza. Marcy May es el pasado reciente, una niña-mujer abducida por el líder de una comuna hippie en el que se refleja la bastardía de la clase política: demagoga y mesiánica; y Martha es su reverso, la adolescente que trastorna las rutinas burguesas de una hermana que la acoge sin sospechar las vejaciones a las que ha sido sometida durante un año.

Durkin administra con lucidez los tiempos verbales, multiplicando el efecto turbador de su pesadilla realista mediante la elegante sumisión al fuera de campo de los episodios más violentos de una narración que no se deja arrastrar por la tentación morbosa del cine de género; de tal forma que el espectador se ve obligado a equilibrar impulso y reflexión a medida que el filme se desdobla, una y otra vez, en múltiples capas de realidad. Prodigio de objetividad analítica, articulada a través de un relato en el que la subjetividad del punto de vista no socava la conciencia crítica del espectador, 'Martha Marcy May Marlene' engrosa la lista de largometrajes que profetizan un futuro contra el que sólo podremos objetar si somos capaces de desprogramarnos de los mensajes sectarios con los que nos abruma la doctrina oficial.

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