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Espejo roto
CRÍTICA DE CINE

Espejo roto

JOSU EGUREN

Viernes, 30 de marzo 2012, 04:10

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Primer patinazo, y serio, del director indio Tarsem Singh en su adaptación del clásico de los Hermanos Grimm 'Blancanieves', una ñoñería ilustrada con adjetivos e imágenes decepcionantemente posibles en la que sólo destaca el retrato de una madrastra malvada -también Reina de Corazones-, inspirada en la famosa sentencia atribuida a Maria Antonieta 'S'ils n'ont pas de pain, qu'ils mangent de la brioche'.

Oculta tras las cejas hiperpobladas de Lily Collins (la hija del baterista de Genesis) descansa la Princesa Prometida de Tarsem Singh y siete enanitos que evocan a Terry Gilliam y 'Los héroes del tiempo' -no sólo por su tamaño-, dando rienda suelta a una socarronería, muy poco sutil, que despacha con brío acartonado una fábula narcisista sin rastro de angulaciones góticas.

Puro, duro y simple cine 'mainstream', ataviado con los últimos diseños de la eterna Eiko Ishioka (la heredera de Gustav Klimt en la alta costura), en el que conviven secuencias donde Tarsem Singh despereza su impresionante imaginería visual con otras tan zalameras como un punto y aparte final que baila al son de una coreografía Made in Bollywood. Además de obviable -porque este es el año de las adaptaciones de 'Blancanieves'- la adaptación de Tarsem Singh muestra síntomas de una apática puesta de atención a los pequeños detalles que caracterizan su obra. Tan sólo el prólogo, sus primeros 250 fotogramas, subrayan el interés del director por ejemplificar la génesis de la imagen cinematográfica, aquella que se manifestó como una de sus obsesiones recurrentes de la imprescindible 'The Fall' y la infravalorada 'Immortals'.

Aprobados altos para Julia Roberts y Nathan Lane, y suspenso para la química entre Lily Collins y Armie Hammer -ambos pendientes de revalida-, en una muy discreta interpretación de un clásico que, en su afán por resultar universalmente accesible, minimiza los riesgos narrativos y estéticos.

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