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Oier Lakuntza tiene 26 años y reside en Pamplona. :: JAVIER SESMA
Discapacitado o científico
la S.Social le reclama que devuelva 11.150 euros

Discapacitado o científico

La Seguridad Social reclama 12.000 euros a un sordociego becado por la UPV al recibir una prestación por discapacidad

JAVIER GUILLENEA

Viernes, 27 de enero 2012, 08:11

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Oier Lakun-tza comparecerá el 16 de febrero ante el juez. Su presunto delito es el de haber cobrado dos tipos de ayudas incompatibles entre sí. Por ese motivo la Seguridad Social le reclama que devuelva 11.150 euros. A pesar de las apariencias, no se dedica a la política. Oier tiene dos rasgos inconfundibles que son los que le han colocado en una situación comprometida: es extremadamente brillante y también es sordociego. Su más que notable expediente académico le ha permitido recibir una beca de investigación del Ministerio de Educación para realizar en la Universidad del País Vasco un doctorado en Química Cuántica. Lo malo es que recibía a la vez una prestación que no supera los 500 euros mensuales por discapacidad. Según la Administración, esto nunca debería haber ocurrido.

Es pamplonés y tiene 26 años. A los cuatro comenzó a mostrar síntomas del síndrome de Wolfram, una enfermedad neurodegenerativa que le ha dejado ciego, con problemas cada vez mayores de audición y con diabetes. A pesar de sus limitaciones físicas se licenció en Químicas en la Universidad de Navarra con numerosas matrículas de honor y sobresalientes. Cuando en 2007 terminó sus estudios le propusieron aspirar a ser premio fin de carrera, propuesta que rechazó.

«Quedarse en la miseria»

Lo que sí aceptó fue una beca que le permitió comenzar su tesis doctoral en la Facultad de Química del campus de Ibaeta. Empezó a cobrar 1.100 euros al mes en doce pagas. «A los dos años y medio me dijeron que la beca y la prestación no eran compatibles y que tenía que devolver lo que había recibido por mis problemas físicos», explicaba ayer Oier. La Administración aduce que los dos últimos años de la beca incluyen cotización a la Seguridad Social, unos rendimientos que se consideran incompatibles con la prestación por incapacidad. Para Oier, la explicación es más sencilla: «La única forma de cobrar esa prestación es quedarse en la miseria».

Oier emplea los casi 500 euros de ayuda que cobra para comprar aparatos que le ayuden en su discapacidad y costosas medicinas que se venden en contados lugares. Con el dinero de la beca se costea su estancia en una residencia de estudiantes de San Sebastián, a cinco minutos a pie de la facultad, donde investiga en el departamento de Ciencia y tecnología de polímeros. Para trabajar sin depender de nadie utiliza un programa que permite a su ordenador 'leerle' lo que aparece en la pantalla.

Los fines de semana regresa a Pamplona para estar junto a sus padres y, entre otras actividades, asistir a clases de bertsos. De su habilidad con las rimas dan fe los numerosos trofeos y txapelas que adornan la estantería de su habitación. Mientras aguarda el momento del juicio, al que ha llegado después de presentar varios recursos, Oier Lakuntza, sordociego y futuro doctor en Química Cuántica, trata de descifrar no sólo los misterios de la ciencia, sino también los caminos mucho más inescrutables de la Seguridad Social.

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