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El alemán Wolfgang Lenzen se despidió de Bilbao para poner rumbo a Torrelavega. :: IKER ALAVA
40.075 razones para pedalear
solidaridad

40.075 razones para pedalear

Wolfgang Lenzen, un alemán de 62 años, se propone recaudar con fines solidarios tantos euros como kilómetros recorra en su vuelta al mundo

IKER ALAVA

Viernes, 14 de octubre 2011, 13:14

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Son las nueve y media de la mañana. Wolfgang Lenzen se sube a la bicicleta y se despide de Bilbao. Su «agur» tiene acento alemán. En Laukiz comenzaba ayer la duodécima etapa de su vuelta al mundo, con la que pretende completar en un año 40.075 kilómetros por los cinco continentes. Pero la distancia no es lo más relevante para este germano de 62 años, casado y con cinco hijos. Su gran objetivo es reunir, a través de donaciones, tantos euros como kilómetros recorra. Los fondos obtenidos se destinarán a una organización, fundada por su mujer, dedicada a apoyar a huérfanos por culpa del sida en Uganda, y a un proyecto que coopera en la educación de niños sin techo en Ecuador.

La aventura de este profesor de filosofía ya jubilado arrancó el pasado 1 de octubre en Osnabrück. En esta ciudad, próxima a la frontera francesa y con una población de 160.000 habitantes, Wolfgang desempeñó su labor pedagógica hasta principios de año. Fue entonces cuando surgió la oportunidad de cumplir uno de sus grandes sueños: dar la vuelta al mundo sobre dos ruedas y, de paso, imprimir a su «desafío» un carácter caritativo.

La pasión por el deporte le viene de lejos. En 1983, cuando dejó de fumar, comenzó a correr. Pronto probó los maratones, pero la distancia se le quedó «corta», por lo que se lanzó a alcanzar distancias estratosféricas de hasta «100 kilómetros en nueve horas». Pero hace diez años sus rodillas dijeron basta. Fue entonces cuando se pasó al ciclismo, no sin experimentar antes la dureza propia del montañismo. Así, hoyó la cumbre del Chimborazo, el pico más alto de Ecuador, de 6.310 metros.

El pasado martes arribó a Bilbao, apoyado en su gps y en un mapa «de los de toda la vida». En un chalé de la urbanización 'Unbe Mendi' le esperaba Pedro Bäcker. Este ingeniero argentino, afincado en Euskadi desde hace décadas, le ofreció su casa. Apenas se conocían, pero su pertenencia al Rotary Club, «una organización internacional que brinda servicios humanitarios», les puso en contacto. Antes de poner rumbo a Torrelavega, Wolfgang le regaló un banderín de su club -hay 32.000 en todo el mundo, entre ellos el de Bilbao- en agradecimiento por su hospitalidad. «Llegó con la lengua fuera», recordaba la esposa de Bäcker.

La última cuesta, tras 180 kilómetros desde Biarritz, se le hizo «muy dura», sobre todo, por los 40 kilos que tiene que mover, entre el peso de la bicicleta y el material que lleva encima. Y es que en su equipaje no falta de nada, desde recambios, ropa de deporte, vestimenta de calle, botiquín, una Blackberry, otro móvil de repuesto... Hasta un camping gas por si la necesidad aprieta.

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