Borrar
Samuel Sánchez posa junto al cartel del Tour 2011. :: MITXEL ATRIO
«En el Tour nunca vas bien, ni en los kilómetros neutralizados»
Samuel Sánchez, Corredor del Euskaltel

«En el Tour nunca vas bien, ni en los kilómetros neutralizados»

Cuarto en la edición del año pasado, partirá el sábado con la misión de lograr otro hito para el Euskaltel: un lugar en el podio de la ronda gala

J. GÓMEZ PEÑA

Martes, 28 de junio 2011, 10:05

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Para subir al podio del Tour que tan cerca tuvo en 2010 -acabó cuarto tras Contador, Andy Schleck y Menchov-, Samuel Sánchez vive en altitud. Ha pasado semanas en Sierra Nevada para asaltar la carrera que tanto le maltrató al inicio: por dos veces llegó fuera de control (2002 y 2003). Le pisoteó, le humilló. «Llegué a pensar que no valía para el Tour», confiesa. Y vale: en 2010 estuvo durante días en el podio, hasta que la contrarreloj final y Menchov le bajaron a la cuarta plaza. Con 33 años y su estilo sensato y matemático de correr, el líder del Euskaltel-Euskadi quiere la foto que le falta a su palmarés: la que junta a los tres primeros de la ronda gala con los Campos Elíseos de París al fondo. Es coqueto; en su maleta no faltan las cremas antiarrugas ni los exfoliantes. Ayer, en el acto de salida del Euskaltel-Euskadi hacia el Tour, se presentó como si viniera de la peluquería, como listo para esa foto que tanto quiere.

- Tras tanto tiempo concentrado en altitud, ¿ha logrado ya el punto de forma para el Tour?

- Estoy bien. Me he preparado como el año pasado. He querido aislarme aún más. He estado muchos días en Sierra Nevada, buscando altitud y tranquilidad. Pensando sólo en la bicicleta y en descansar.

- ¿Obsesionado con el Tour?

- No. No me agobia. No se puede correr una carrera antes de ir. Vivo las cosas al día.

- ¿Cómo afrontará la carrera, a la espera de que otros fallen?

- Las carreras hay que planteárselas cada etapa. En el ciclismo no hay un guión. Hay que decidir sobre la marcha.

- El recorrido es similar al de todos los años.

- Sí, exigente. La etapa más sencilla es dura en el Tour. Los Alpes serán decisivos, sobre todo las etapas del Galibier, que se disputarán en la tercera semana.

- El mánager del Euskaltel-Euskadi, Igor González de Galdeano, dice que sueña con verle en el podio de París.

- Yo también sueño con eso. Todos los que no lo hemos conseguido soñamos con subir al podio de París. Para alguien como yo que quizá esté en la parte final de su carrera deportiva, es normal que quiera llegar hasta ahí. Tengo dos podios en Madrid y quiero el de París.

- ¿Aún le duele la etapa del Tour 2010 que perdió en un sprint con Andy Schleck?

- Para nada. Está olvidado.

- ¿Cambia la carrera con Contador en la salida?

- Sí. Vuelve a haber un favorito claro. Mucha de la responsablidad caerá sobre él y sobre el Leopard de los hermanos Schleck. Yo, personalmente, me alegro de que Alberto esté en carrera.

- Contador parece imbatible.

- Es el número uno. Junto con Armstrong ha marcado la era moderna del ciclismo. Alberto dice que su rendimiento en este Tour es una incógnita, pero yo creo que, aunque no esté al nivel del Giro, puede ganar el Tour. Habrá que buscarle algún punto débil o esperar a que falle. Correr el Giro pasa factura a cualquiera menos a él.

- ¿Va a este Tour pensando que puede ser el último?

- No, aún me quedan años. Voy con ilusión. Cada carrera es una oportunidad.

La evolución

- Ahora ya es un ciclista consagrado, pero le costó alcanzar su primera victoria. ¿Cómo recuerda aquella ansiedad?

- Era peleón. Intentaba ganar a toda costa, sin tener un estilo definido. Derrochaba demasiadas fuerzas. Sí que lograba buenos puestos, pero no victorias. Fueron años de desesperación. Yo estaba acostumbrado a ganar y no conseguía triunfos. Pero no perdí la confianza.

-¿Cuándo nota que ya tiene el oficio, que ya sabe cuál es su sitio?

- A partir del cuarto año como profesional. En los dos primeros años noté mucho la diferencia de velocidad entre el campo amateur y el profesional. En cuanto me asenté comencé a ver cuál era mi sitio. Hice podio en la Vuelta al País Vasco... Poco a poco fui viendo el corredor que era y hasta dónde podía llegar. Me ha costado mucho llegar hasta donde he llegado. Luego, cuando entró en el Euskaltel-Euskadi Igor González de Galdeano (mánager actual) me ayudó a ser el ciclista que soy.

- Dice Freire que, para él, el ciclismo es fácil. Que se sufre mucho, pero que él ya sabe cómo ponerse en forma, cómo llegar a punto a sus carreras clave...

- Freire y yo somos diferentes. Él tiene un don para el tipo de ciclista que es. Óscar es rápido, pasa bien la media montaña... Ser tres veces campeón del mundo está al alcance de muy pocos. El ejemplo de Freire no sirve para los demás. Yo, para llegar bien, tengo que entrenarme de forma muy meticulosa y, si cabe, cada año tengo que hacerlo mejor. Es difícil mantenerse en la élite. A partir de los 28 años, cada vez te cuesta un poquito más.

- ¿Disfruta más ahora que con 25 años?

- Diferente. La presión que tengo ahora es mucho mayor. Sobre todo, la presión que me meto yo mismo. Me gusta mi trabajo y no quiero defraudar a la gente que me apoya. Se disfruta de una manera distinta. Antes era un chaval joven, me quería comer el mundo y enseguida vi que no iba a ser nada fácil. Te das cuenta de que hay que sacrificarse mucho y hacer las cosas con amor y arte, sin dejar un cabo suelto.

- ¿Cuesta más mantener la ilusión con el paso de los años?

- La ilusión aumenta. Tienes más perspectiva. Cuando pasas al campo profesional estás como en una nube. Pero ahora, con más experiencia, afrontas el año con más ganas. Es difícil ser ciclista si pierdes la ilusión. Cada año tienes que trabajar mejor, no más, para mantener el nivel. Viene gente joven que luchará por las grandes vueltas. Es ley de vida.

- ¿Se siente un corredor sólido?

- Ahora soy más templado, pero también me gustan versiones anteriores de mí mismo, cuando era quizá más agresivo. Hoy creo que tengo la mejor versión de Samuel, el T4, el 'Terminator' más evolucionado. Intento no cometer los errores en los que antes caía. Cuido mucho los detalles.

- Con ese meticuloso método ha llegado a domar el Tour, la carrera que tanto le había maltradado.

- Me choqué con el Tour. Y dos veces. La primera, en el debut, en 2002. Cuando me dirigía hacia el control de firmas de la decimoprimera etapa, me di de frente contra Pedro Horrillo. Quedé conmocionado. Y salí a correr sin saber que tenía un esguince cervical. Aquella etapa terminaba en La Mongie. Ganó Armstrong. Al acabar, me dio un mareo bajando en coche el Tourmalet. En el hospital de Pau me recomendaron dejar el Tour, pero salí al día siguiente. No podía ni andar. Llegué fuera de control.

- Primer golpe. Hubo otro.

- Fue en el Tour siguiente. La noche anterior a la victoria de Mayo en Alpe d'Huez la pasé con vómitos y diarrea. Pero quería acabar el Tour. Me quedaba atrás hasta en los kilómetros neutralizados. Desde el coche del equipo me decían que lo dejara. Me empeñé en terminar y otra vez entré fuera de control. Me dije que para volver, antes tenía que subirme al podio de la Vuelta a España.

- ¿Cómo suele ver la botella, medio llena o medio vacía?

- No soy ni optimista ni pesimista. Hay que ser realista. Al problema hay que hacerle frente y darle la importancia justa. No hay que crear problemas del problema. Hay que buscar la solución.

La edad no es un obstáculo

- ¿Se nace líder?

- Hay que ser líder siempre, incluso cuando no estás para ganar. Un líder tiene que saber decirle a su director y a sus compañeros que no puede disputar una carrera y que debe ser otro el que ocupe su lugar. Cuando estoy preparando el Tour, sé que no puedo ir a por el Dauphiné. Y luego, cuando llega el momento clave, no hay que rehuir la responsabilidad. Algunos no pueden con ella. El líder nace y también se hace. Hay momentos en que todos los compañeros te miran y tienes que responder.

- En 2010 rozó el podio del Tour. Ya con 33 años, ¿en qué puede mejorar para dar ese salto?

- No se trata de mejorar, sino de evitar los fallos. Fallar lo menos posible. Con 33 años, mido hasta las horas que duermo. Saco lecturas de todo lo que hago cada día. El Tour es diferente al Giro o la Vuelta, que te permiten tener un fallo y luego recuperarte en otra etapa. El Tour, no. Si te dejas algo al principio, es muy complicado recuperarlo. El Tour no tiene nada que ver con las otras carreras. En esta prueba no vas nunca bien, ni en los kilómetros neutralizados. Es difícil de correr. Yo fracasé dos años y no es que le tenga miedo, pero sí respeto.

- A los 33 años, ¿el cuerpo avisa ya de que esto se acaba?

- Es más la mente. Mira a Kloden, Horner, Leipheimer... Son mayores y el cuerpo les aguanta bien. Otra cosa es la cabeza. A veces, la cabeza te manda parar. Por la presión, por la familia, por los hijos... Por eso, por las vivencias que dejas en casa, el ciclismo cada vez se hace más cuesta arriba.

- ¿Teme el día después, el primer día fuera del ciclismo?

- Sí. A veces lo pienso. ¿Qué haré luego? ¿Qué haré ese 1 de enero sin tener que prepararme para una París-Niza, una Vuelta al País-Vasco o un Tour? Claro que lo temes. Supongo que será difícil. Toda mi vida ha girado dentro de la burbuja de la bicicleta. Por eso, me gustaría seguir ligado a ella. Tengo experiencia y capacidad organizativa para estar dirigiendo un equipo. Puedo enseñar a los jóvenes.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios