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E. FERREIRA
Lunes, 23 de mayo 2011, 06:09
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El 19 de octubre de 1995 era sábado. Aitor Uriarte y Julia Vuelta optaron por quedarse en casa. Encendieron la televisión y vieron un sobrecogedor reportaje sobre 'Las habitaciones de la muerte en China'. Lo decidieron casi de inmediato y pasado un año, se estrenaban como padres. Hace tan sólo cuatro meses, esta pareja adoptaba a su cuarto hijo. Es Senait, una niña etíope de 5 años, que llega a esta familia vitoriana después de Nahia Yuanhua que tiene 13, Itsaso Xiujuan de 11 y de Bingen Minjun de 7 años. «Adoptar engancha, te enriquece y llena plenamente», comentan estos padres convencidos.
Nahia llegó a Vitoria con nueve meses de edad y enseguida tuvo una hermanita, Itsaso. Esta solicitud de adopción tardó medio año. «Cuando vino, tenía 13 meses», recuerda Julia. Y parecido tiempo de espera pasó con el niño, Bingen Minjun, también chino y que fue adoptado a los 20 meses. En todos los viajes a China, la familia entera iba a recoger al nuevo hermanito o hermanita.
El caso de Senait fue diferente. «En parte, fue una motivación de rebeldía. ¿Por qué no una niña o niño negro?», pensaron. En Etiopía, por entonces, los trámites eran bastante claros y el plazo de espera era aceptable. Sin embargo, la asignación no llegaba y en más de una ocasión «estuvimos a punto de tirar la toalla porque te das cuenta de que nosotros también cumplimos años y con tres niños, a veces, me sentía muy agobiada», explica Julia. A pesar de ello, hace cuatro meses Senait conocía a su nueva familia.
En principio, Aitor y Julia aseguran que no habrá nuevas adopciones. «Con 49 y 46 años, ya somos mayores. Si fuéramos más jóvenes, igual sí; pero el problema es el dinero», cuentan para a renglón seguido reconocer que si supieran que Senait tiene un hermano en algún orfanato, «nos lo traeríamos ya».
Llevan bien el día a día. «Con el tercero se nota el cambio. Con el cuarto, ya no. Pero de lo que se trata es de tener buena organización para cuadrar todo. Y luego, tenemos la ayuda impagable de mis padres», comenta Aitor.
Búsqueda de orígenes
Son conscientes de que los niños adoptados vienen con una mochila muy especial. La búsqueda de los orígenes a una determinada edad es un factor que suele aparecer. No les preocupa. «Aunque seamos sus padres, en otro sitio tienen unos orígenes y una familia biológica que también tiene derecho a conocer».
Echando la mirada atrás, Aitor ve cambios en este mundo de las adopciones. «Antes, la motivación general era más solidaria: voy a recoger unos niños que están en mala situación y les voy a dar un bienestar. Sin embargo, últimamente veo lo contrario: tengo la necesidad de un niño y hago una elección a la carta. Hay cantidad de niños de 5 y 6 años que no les quiere nadie. Y eso nos da mucha rabia».
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