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Ballan, campeón del mundo en 2008, fue apartado del Giro.
Las dos caras del dopaje italiano
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Las dos caras del dopaje italiano

Las autoridades tratan de crear otro tipo de ciclismo tras nuevos escándalos

J. GÓMEZ PEÑA

Lunes, 9 de mayo 2011, 04:41

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El dopaje se creó para evitar el cansancio y, sin embargo, pocos temas son tan cansinos. La relación entre deporte y farmacia resulta extenuante, corrosiva, letal. Tanta medicina enferma al ciclismo. El Giro no se libra de esta sobredosis. Un ex corredor, Luca de Angeli, acusa a Giani Savio, el actual manager del equipo Androni (el de Sella, Rujano y Vicioso), de haberle suministrado sustancias dopantes entre 2003 y 2005. De Angeli, claro, dio positivo y le cayó un castigo de dos años. Ahora canta. Savio, sospechoso inventor de equipos muy modestos que logran grandes resultados, dice que todo se debe a una venganza, que se negó a pagar el chantaje de De Angeli y que por eso éste le acusa ahora.

El Giro no se va a librar de las dudas. No hay manera. Semanas antes del inicio, la Fiscalía de Mantua desveló una trama de dopaje en el equipo Lampre. Se difundieron conversaciones telefónicas que desnudaban las prácticas dopantes de Alessandro Ballan, ex campeón del mundo. Dopaje sanguíneo, hormonal... El catálogo de siempre. Por eso, el Giro se curó en salud y mandó tachar de su lista a todos los investigados. Que no le salpique el escándalo. Pero la mancha es demasiado profunda. Es un borrón viejo, que no termina de irse.

Aunque hay voces que reclaman el fin de la Era Oscura. En las páginas del diario deportivo 'Tuttosport', ha aparecido una declaración contra el intocable Marco Pantani. Contra 'el pirata' fallecido en un mar de fármacos, ha hablado Livio Berruti, campeón olímpico de 200 metros en los Juegos Olímpicos de Roma 1960. «Era un héroe negativo. No tolero esa exaltación de campeones que no lo merecen. Pantani interpretó mal los valores del ciclismo y no me gusta que le hayan dedicado un monumento». Suena duro, y más en Italia, un país que adora a sus ídolos caídos, que los considera mártires. La Fundación Pantani ya ha anunciado una querella contra Livio Berruti. «Quiere echar fango sobre la memoria de Marco», claman.

El ejemplo de la 'Eroica'

A ese tono pesimista tatuado desde hace ya décadas en la epidermis de este deporte, se contrapone un aire de esperanza. Italia, como antes Francia y Alemania, ya maneja el término clave en la lucha contra la trampa: 'Educación'. Mostrar a las nuevas generaciones que no todo vale para triunfar. La honestidad, la dignidad... Tan lejos de la codicia. Ya se han hecho controles en carreras infantiles y se ha probado un nuevo modelo de ciclismo en el Giro amateur, el GiroBio, diseñado por los organizadores de la 'Eroica', esa carrera que se disputa sobre tierra, a la antigua. Los jóvenes corredores dormían todos juntos en albergues juveniles, en conventos, en colonias. Comían en el mismo restaurante; hacían cola bandeja en mano para masticar un menú común y preparado por un dietista. No había más médico que el de la carrera y a cada equipo se le asignaba un fisiólogo por si había algún problema. Si un ciclista presentaba valores sanguíneos u hormonales sospechosos, dejaba de inmediato la prueba. Sin protestar.

Durante el GiroBio, los corredores se comprometieron a no usar teléfonos móviles ni ordenadores. Estarían aislados. También accedieron a recoger toda la basura que generaban, incluso en carrera. No tirarían botellines ni envoltorios. Cumplieron. Y dieron una imagen más limpia de su deporte. Un mensaje metido en un botellín ciclista y lanzado hacia el futuro. Como si fuera un símbolo o al menos una boya a la que asirse, el primer líder de este Giro ha sido Marco Pinotti, un veterano ya que fue de los primeros en firmar el código ético y en cargar contra los tramposos. Y en guardarse en los bolsillos del maillot los papeles y plásticos que tantos otros tiran a diario al bello paisaje que les mira.

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