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En México. Jesús Lobera Sarachaga aparece junto a su familia en su rancho. :: FOTOS: ALBUM FAMILIAR DE KARLOS HERRERA
Cita noble en Las Encartaciones
VIZCAYA

Cita noble en Las Encartaciones

Descendientes del linaje Sarachaga-MacMahon reunirán en julio a una nutrida representación aristocrática en Güeñes y Bilbao

LUIS GÓMEZ lgomez@elcorreo.com

Domingo, 1 de mayo 2011, 04:38

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Hay apellidos con una gran historia detrás. En Vizcaya, el de Sarachaga es uno de ellos. Y Karlos Herrera Lobera presume de lucirlo en su árbol genealógico. Este publicista vecino de Orduña se proclama orgulloso de sus ancestros. Cuenta que la historia del «gran don Pedro de Sarachaga» arranca hace más de quinientos años. Recuerda que su bisabuelo y abuelo -Jesús Lobera Sarachaga- disfrutaron de una vida jalonada de riquezas y contratiempos políticos. Se labraron su nombre en México, donde explotaron minas de plata. Y todo apunta a que lo hicieron con notable éxito, así que el dinero corrió alegremente. Hasta que, del mismo modo que habían llenado los bolsillos, se los vaciaron.

Caprichos de la fortuna. Emiliano Zapata dio al traste con El Dorado de estos vizcaínos. Con la revolución mexicana se quedaron sin nada. Lo perdieron todo. «Bueno, nos lo arrebataron», argumenta Karlos. Al quedarse sin blanca, pues también les quitaron el rancho en el que vivían, regresaron a España y tuvieron que labrarse un nuevo futuro. Gente emprendedora, no les fue mal. El abuelo de Herrera, «un ingeniero de renombre», se convirtió en alguien relevante. E iluminado. Conocido como 'El comanchero', dirigió con éxito una fábrica de bombillas en Rodríguez Arias.

Amante de profundizar en la historia de los linajes, Karlos fue descubriendo que en los cruces de los Sarachaga y MacMahon subyacía una profunda nobleza. Y una aristocracia con la que es verdad que mantiene muy poca relación porque la vida ha llevado a los distintos miembros de este clan por caminos y países muy distintos. Pero en el ánimo de Herrera siempre estuvo organizar una de esas típicas celebraciones familiares que se suelen montar para reencontrarse con parientes a los que hace tiempo que no se ve o, sencillamente, no se conoce.

En el caso de los Sarachaga-MacMahon el encuentro promete ser de alto copete. Más que nada, porque abundan los títulos nobiliarios y apellidos de pedigrí. Nada que ver con las reuniones de sagas con apellidos tan comunes como Martínez, García o Gómez. Herrera ha perfilado para los días 1, 2 y 3 de julio un encuentro de alcurnia en Bilbao y Las Encartaciones, comarca de donde procede el apellido Sarachaga. En Güeñes se conserva aún la casa solariega de la familia. Por supuesto, ya han contactado con el alcalde de la localidad para visitarla. Los invitados se darán una vuelta también por Galdames y su Museo de los Rolls Royce.

Hasta la fecha han confirmado su asistencia 40 familiares. Pero el número seguramente aumentará. De Bélgica se espera la llegada del conde Maurice François Greindl y Sarachaga, además de su esposa. El barón Philippe Greindl, junto a su mujer y nieta, recalará procedente de India. También ha apalabrado su presencia el barón Thierry Hugo Greindl, piloto comandante de Líneas Aéreas de India. De Isla de Pascua llegará la baronesa Florence Anna Greindl, mientras que en un vuelo procedente de Israel aterrizará Stephanie Ferrari de Sarachaga, hija de una vizcondesa. También estará la baronesa Aline Coppens, el barón Maurice León... y, según comenta Karlos Carrera, «la princesa Marys Swiatopelk de Polonia», que seguramente eclipsará a muchos con semejante título. No llegará sola. La acompañarán su marido y sus cuatro hijos.

«No nos conocemos mucho, pero es parte de mi familia», señala, emocionado, Herrera. Tiempo tendrán de revisar un álbum en el que seguramente echarán un vistazo a estampas como las que acompañan esta información y recordar anécdotas como la afición de algunos Sarachaga a cazar serpientes cascabel o indagar sobre «el destino del cadáver» de una integrante de esta estirpe que murió mientras realizaba un viaje en barco. Tiempo tendrán mientras estos nobles descansan no ya en palacio, sino en el Hotel Nervión, donde ya han reservado un buen número de habitaciones.

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