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Xabier Iturbe, Mario Fernández y Carlos Zapatero. :: IGOR AIZPURU
El acuerdo para la fusión fría de las cajas se cerró al margen de los partidos
ECONOMÍA

El acuerdo para la fusión fría de las cajas se cerró al margen de los partidos

Mario Fernández, el impulsor del proceso, ha logrado gran parte de sus objetivos en la BBK tras vencer fuertes resistencias políticas

CARMELO LEZANA c.lezana@diario-elcorreo.com

Domingo, 27 de marzo 2011, 05:24

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Los tres grandes partidos vascos -PNV, PSE y PP-, envueltos en una encendida polémica en torno a la fusión de las cajas de ahorro, han insistido en las últimas semanas en la necesidad de que fueran los presidentes de las entidades los que liderasen y asumieran el protagonismo en ese proceso para que cualquier posible operación se basara exclusivamente en criterios técnicos y empresariales, dejando de lado los intereses políticos. Tan reiterados mensajes, en abierta contradicción con lo que hasta ahora habían hecho las tres formaciones, no cayeron en saco roto. Mario Fernández, máximo responsable de la BBK, les tomó la palabra. En la tarde del pasado martes, sin informar de sus planes a las fuerzas políticas, arrancó unas negociaciones con la Vital y la Kutxa que, tras desbloquear los obstáculos acumulados en el camino, han concluido con un acuerdo para avanzar hacia una integración virtual a tres del que él es el gran impulsor.

El miércoles al mediodía, Mario Fernández y los presidentes de la Vital y la Kutxa -Carlos Zapatero y Xabier Iturbe- ya habían cerrado, en la sede de la BBK en la Gran Vía de Bilbao, un compromiso para iniciar el camino de la fusión fría con la creación de un nuevo banco; una iniciativa que parecía impensable apenas un mes antes. Zapatero se incorporó a la reunión tras asistir a una conferencia que el líder del PSE alavés, Txarli Prieto, acababa de pronunciar en el hotel Ercilla -a escasos metros del lugar de la cita- arropado por el lehendakari, Patxi López. Solo en ese momento, con el pacto ya amarrado -ahora falta darle forma-, las ejecutivas del PNV, de los socialistas vascos y de los populares recibieron una llamada telefónica oficial en la que se les informaba del proyecto.

De ahí que durante la tarde del martes y las primeras horas del día siguiente pocos, muy pocos dirigentes políticos conocieran la marcha de los acontecimientos, que concluirían con la firma del histórico acuerdo entre la BBK, la Vital y la Kutxa. Un plan que permitirá alumbrar un banco común con unos activos totales de 80.000 millones de euros, lo que le convertiría en la quinta entidad del sector. De ellos, cerca de 49.000 serían aportados por la institución vizcaína -alcanzó esa dimensión tras adquirir CajaSur-, más de 20.800 por la caja guipuzcoana y en torno a 8.650 por la alavesa. Y ese será solo el principio, ya que las tres entidades pretenden utilizar en el futuro esa nueva herramienta como un instrumento para seguir creciendo mediante adquisiciones

Al tanto del movimiento de ficha ejecutado por Mario Fernández estaban el lehendakari y el consejero de Economía, Carlos Aguirre, que fueron informados de las negociaciones desde el primer momento por «respeto institucional».

En lo que respecta al PNV, medios conocedores del proceso han explicado que el presidente de la BBK no ha mantenido encuentros directos y oficiales con la formación nacionalista desde que el pasado día 11 lanzara una carga de profundidad durante la asamblea de la caja. Ese día, se desmarcó de la posición mantenida por el partido de Íñigo Urkullu, que le aupó al cargo, y anunció que mantenía su apuesta por la fusión fría con la Vital y que su oferta estaba «plenamente vigente». De hecho, ese anuncio está en el origen -junto con la constatación de que la integración real que propugnaban los jeltzales era inviable por la falta de consenso político- del giro de 180 grados dado por los peneuvistas, que pasaron a apoyar una unión virtual entre las cajas apenas un mes después de bloquear la operación de ese tipo que las entidades vizcaína y alavesa estaban a punto de cerrar.

A la hora de plantear la fusión fría -explican fuentes financieras-, Mario Fernández «ha preferido mantenerse al margen de los vaivenes políticos y ha optado por hacer lo que propugnaban en público los partidos: actuar en base a criterios estrictamente profesionales».

Contra viento y marea

El responsable empresarial bilbaíno está logrando los objetivos de crecimiento que se fijó cuando fue nombrado presidente de la Bilbao Bizkaia Kutxa en julio de 2009.

El mismo día en que asumió ese cargo, concedió una entrevista a EL CORREO en la que, entre otras cosas, proclamaba: «No he venido a hacer la fusión de las cajas vascas, pero estoy seguro de que la haré antes de marcharme». A esa declaración de intenciones, que hoy adquiere su máximo significado, añadió otra afirmación relevante que pone de manifiesto su forma de pensar y actuar: «No tengo la menor intención de pasar desapercibido y se va a notar mi presencia» en la caja. No hay que añadir nada más. Los hechos demuestran que esa frase no era una mera bravata.

Lo que está claro es que Fernández ha hecho de la tenacidad y los argumentos profesionales las mejores armas para superar todas las trabas políticas a las que ha tenido que enfrentarse durante los apenas dos años que lleva como presidente de la primera caja de ahorros vasca. Le ha ayudado el profundo conocimiento que tiene del mundo de los partidos. Aunque desde hace ya muchos años su carrera se viene desarrollando en el ámbito empresarial, en los primeros años de la década de los 80 ocupó el puesto de vicelehendakari en el primer Gobierno vasco presidido por Carlos Garaikoetxea (1982-85).

Obstáculos partidistas

En todas las operaciones protagonizadas por la entidad vizcaína, tanto las que finalmente han visto la luz como las que se han quedado en el camino, ha tenido que librar una dura batalla contra obstáculos partidistas.

El primer caso se produjo en en abril del pasado año. Tras unas maratonianas negociaciones celebradas en Madrid por los presidentes de la BBK y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), ambas entidades se encontraban cerca de cerrar un acuerdo para poner en marcha una fusión fría liderada por la Bilbao Bizkaia Kutxa. Una operación que le permitiría mutiplicar su tamaño de entonces en más de dos veces. El pacto inicial se frustró cuando la Generalitat valenciana exigió a la caja alicantina -actualmente en una delicadísima posición al correr el riesgo de quedar fuera de Banco Base, constituido junto a Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria- que la fusión fuera paritaria. Algo a lo que la entidad vasca se negó de forma tajante.

Dos meses después, en julio de 2010, la institución vizcaína logró adjudicarse la cordobesa CajaSur tras vencer no pocas presiones políticas ejercidas por la Junta de Andalucía, comandada por el PSOE, y otros partidos, que utilizaron todas sus influencias -incluso con cierto juego sucio- para tratar de evitar a toda costa que la caja andaluza llegara a ser propiedad de la bilbaína. Al final, el Banco de España de mostró impermeable y el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) eligió la oferta más competitiva.

Y, por último, el proyecto de fusión fría que acaban de poner en marcha la BBK, la Vital y la Kutxa, que ha sido posible después de que el PNV abortara la unión virtual que las entidades vizcaína y alavesa estaban a punto de cerrar por presiones de sus líderes en Álava -Iñaki Gerenabarrena, también vicepresidente de la Vital- y Guipúzcoa, Joseba Egibar, a cuya sombra está la Kutxa.

Ahora, los hechos demuestran que, al menos en este caso, la persistencia profesional está logrando imponerse al complejo y muchas veces incomprensible mundo de la política vasca, teñido como pocos del foralismo que dio origen a Euskadi: tres territorios con el mismo poder.

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