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Un avión de la firma germana.
«¿Cómo que este avión no va a Bilbao?»
insólito episodio

«¿Cómo que este avión no va a Bilbao?»

Un pasajero con destino a Loiu embarca en un vuelo equivocado en Mallorca y termina en Barcelona

J. G.

Viernes, 11 de febrero 2011, 08:29

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«Nunca en mis 30 años de servicio en el sector aéreo había visto algo parecido». El que habla es el comandante de una compañía española con una dilatada experiencia. El jueves de la semana pasada se quedó «petrificado» cuando coincidió en Barcelona con un hombre que acababa de llegar por error a la ciudad condal en un avión procedente de Mallorca. En realidad, el viajero debería de haber aterrizado en Bilbao, pero se equivocó de puerta de embarque y nadie en todo el aeropuerto se percató del desaguisado. «Es algo increíble», añade aún perplejo el testigo del insólito episodio.

El probablemente inédito incidente tuvo como protagonista a un riojano que de forma involuntaria se saltó gran parte de los protocolos de seguridad del aeródromo balear. «Es inexplicable; lo sé, pero todo ha sido fruto de un error humano. Somos conscientes de la gravedad de lo sucedido y pedimos perdón a nuestro cliente», se disculpó ayer a través de EL CORREO, el director general de la aerolínea Air Berlin, Álvaro Middelmann.

El incidente se produjo sobre las dos y media de la tarde. A esa hora, el desafortunado pasajero se presentó en uno de los 'fingers' del aeródromo de Sont Sant Joan para tomar un aparato de Air Berlin que le debía de trasladar en apenas 75 minutos a la capital vizcaína. Un vuelo cómodo y directo. Sin complicaciones. Sin embargo, según consta en la denuncia que el riojano ha presentado ante la aerolínea -en la misma advierte de que se reserva el derecho a reclamar también por vía judicial-, el hombre le entregó su tarjeta de embarque a un empleado en la puerta que estaba situada junto a la de Bilbao. «El joven la escaneó y sin más trámites me autorizó a acceder al avión», relata en su queja.

«Ya en el interior del aparato y conforme a la tarjeta de embarque correspondiente al vuelo de Bilbao en el que creía hallarme -continúa explicando el viajero-, ocupé el asiento 1C. Como es de suponer, otra persona que se desplazaba ciertamente a Barcelona me llamó la atención». Entonces, el pasajero pidió la intermediación de una de las azafatas, que achacó el problema a «un fallo informático», sin percatarse de que su cliente se encontraba en el avión equivocado. El riojano cambió de butaca hasta en otras tres ocasiones, sin que la mujer se diera cuenta de la situación real que estaban viviendo.

«Ya acomodado, cuál fue mi sorpresa cuando el avión se dispone a tomar tierra no en Bilbao sino en Barcelona», se lamenta en su escrito el afectado. De inmediato, contacta con otra auxiliar, que «se lleva las manos a la cabeza y comienza a hablar en alemán». Así las cosas, el hombre reclama la presencia del comandante, que aparece cuando todos los pasajeros han bajado ya del aparato. «Apareció y, sin escuchar nada de lo que pudiera haberle dicho, me espetó gritando: 'Es tu problema'». El piloto insistía una y otra vez en que «cómo era posible que hubiera logrado subir a bordo».

Calvario también en tierra

La odisea del ciudadano riojano no termina aquí. El viajero relata que sufrió también un auténtico calvario, una vez en tierra. Al parecer, ningún responsable de la compañía le daba una solución acorde con sus necesidades. Finalmente, Air Berlin accedió a pagarle un billete de tren con destino a Calahorra. Lo que debería de haber sido un sencillo salto en avión de 75 minutos se convirtió en un largo periplo por aire y tierra.

En su denuncia, el desafortunado cliente reconoce su «equivocación inicial». No obstante, se muestra muy sorprendido y, al mismo tiempo, irritado por que le hubieran dejado montar en otro avión distinto al suyo. «Quedo a la espera de que me expliquen cómo pude burlar los mecanismos de seguridad, tanto mecanico-informáticos (escaneado de tarjeta), como humanos (auxiliar de vuelo incapaz de desarrollar la simple operación aritmética de sumar pasajeros y leer correctamente mi billete)». Por último, censura la actitud del comandante, que «me trasladó a mí en exclusiva la responsabilidad de lo ocurrido».

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