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Un soldado dispara al aire para dispersar a los manifestantes que se concentran desde hace días para pedir la marcha del presidente Mubarak :: EFE
Egipto se conjura para asfixiar a Mubarak
MUNDO

Egipto se conjura para asfixiar a Mubarak

Los ciudadanos rechazan el diálogo que ofrece el presidente a la oposición sobre reformas políticas y convocan para hoy una marcha multitudinaria El Ejército aparece «consciente de las legítimas demandas del pueblo» en un comunicado

LAURA LÓPEZ CARO ENVIADA ESPECIAL

Martes, 1 de febrero 2011, 08:41

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Un millón de egipcios en la calle para decir 'no' a media docena de reformas demasiado pequeñas y demasiado tardías, como las que anunció anoche el vicepresidente, Omar Suleimán, al aludir a un diálogo con las fuerzas políticas sobre posibles modificaciones de la Constitución que le ha encargado el presidente, Hosni Mubarak. La encomienda presidencial lleva incluido el cumplimiento, tardío, de las resoluciones del Tribunal de Apelación sobre las quejas por los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre y diciembre, además de la adopción de «medidas para poder recuperar la confianza en la economía» y obtener un mayor equilibrio entre precios y salarios de la población.

A la misma hora en que corría de boca en boca el llamamiento a sumarse hoy a otra movilización gigantesca contra Hosni Mubarak, el 'rais' aparecía en televisión tomando juramento a su presunto nuevo Gobierno. «Los mismos ministros, aunque cambiados de cartera», ridiculizaban en la plaza de Tahrir los manifestantes. Paralelamente y a pocos metros de ese lugar, donde desde hace siete días miles de opositores al régimen exigen la renuncia de Mubarak, unas 2.000 personas se concentraban ante el ente televisivo egipcio en apoyo del presidente. Unos partidarios que han anunciado para hoy otra convocatoria para intentar contrarrestar la marcha del millón de opositores.

Mubarak ha sacado de su Gabinete a algunos de los magnates y colegas de su hijo Gamal, odiados como la banda de corruptos que ha saqueado el país con la salvaje liberalización económica de las últimas décadas. Pero ni eso, ni el sacrificio del titular del Interior, Habib el-Adly -el jefe de la represión brutal y la tortura en las cárceles, cuya cabeza llevan años pidiendo los egipcios- conmovía. Su sustituto es uno de sus cómplices. Mahunmud Wagdi, un general de policía retirado, que nunca tendrá oportunidad de ejercer el mando, según los más confiados.

«La gente está harta»

«La gente está harta, pero hay mucho optimismo, tenemos el mensaje claro de que Mubarak se va a ir en una semana, es obvio, hasta Estados Unidos le ha dicho ya que haga una transición sin violencia», se prometía uno de los muchos jóvenes que han empezado a instalarse con tiendas de campaña en la céntrica plaza Tahrir para no irse de allí «hasta que no se marche Mubarak».

Pero nada está ganado en este pulso que suma ya 125 muertos. A la caída de la noche, y en previsión de esa 'manifestación del millón', de una semana ininterrumpida de protestas, nuevas columnas de tanques se desplegaban en los accesos y puntos estratégicos de la capital. No hay presencia policial ni de antidisturbios desde el viernes por la tarde, la calle es de los soldados y del toque de queda, aunque nadie lo respeta. Por primera vez en esta crisis, las tropas comenzaron ayer a pedir en cada esquina la documentación a extranjeros y nacionales, en lo que podría ser un avance del control de movimientos que podría extremarse hoy.

El Ejército difundía por la televisión pública un comunicado en el que descartaba emplear la fuerza contra los ciudadanos. La presencia de soldados en las calles es «para garantizar la seguridad del pueblo», aseguraba una nota ambigua. «La libertad de expresión de manera pacífica es aceptable», aunque «hay que evitar que el país se desestabilice», seguía, para concluir que «las Fuerzas Armadas son conscientes de las demandas del pueblo».

En la cita de hoy estarán todos los colectivos activistas, partidos y grupos opositores, incluidos los Hermanos Musulmanes, que desde hace días se entrevistan y preparan para alumbrar un gabinete de transición casi asambleario para cuando llegue 'la victoria'. Habría un cierto consenso sobre la figura del premio Nobel egipcio Mohamed el-Baradei para encabezar ese gobierno provisional, que tendría como fin llevar en unos meses al país a unas presidenciales limpias. El-Baradei no gusta del todo a nadie, los mensajes de que su liderazgo va a ser sólo temporal son constantes, pero no hay otro nombre. Con treinta años de leyes de excepción en el puño, Hosni Mubarak ha triunfado al impedir que en el imaginario social egipcio crecieran identidades políticas alternativas a la suya. El encarcelamiento de casi cinco años de Ayman Nour, que en 2005 osó desafiarle en las urnas y obtuvo un titánico 7% de los votos, es el ejemplo de cómo el régimen se ha sacudido a los opositores.

Víctima colateral de la convulsión que sufre Egipcio está siendo su economía. El ministro de Finanzas, Samir Radwan, advertía ayer de que la «situación es seria» y culpaba a la población de estar «sacrificando todo el país». La OPEP añadía dramatismo al advertir de que, si el canal de Suez se ve afectado, podría producirse una «penuria petrolera».

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