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ANÁLISIS

El pacto de los necesitados

Zapatero refuerza al PSOE con una entente fruto de la debilidad de sindicatos y patronal

ALBERTO AYALA

Viernes, 28 de enero 2011, 10:01

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Hubo un tiempo en el que José Luis Rodríguez Zapatero creyó -o probablemente soñó- que sería capaz de hallar una salida social a la crisis. O al menos que sacaría a la economía española de su grave enfermedad; con achaques sí, pero con algunos sufrimientos menos gracias a los tradicionales preparados de la botica socialdemócrata. La tozuda realidad de los números, la presión continuada de los mercados y las nada veladas advertencias de la UE, con la canciller alemana Angela Merkel al frente, terminaron con la ilusión. Llegó la gran rectificación de mayo y el presidente se lanzó con la fe del converso a poner en marcha toda una serie de reformas y recortes de aroma neoliberal para evitar que España sea apartada del euro o intervenida por la Unión.

Y llegó la más absoluta soledad. Rajoy y el PP creyeron que al líder del PSOE no le quedaría otra salida que unas elecciones generales anticipadas en las que tenían todos los boletos para lograr la mayoría absoluta. La proximidad de los comicios catalanes había hecho desaparecer el tradicional sentido de Estado de CiU. Pero Zapatero hurgó en la chistera y encontró el conejo: pacto de estabilidad con el PNV a cambio de permitir a Urkullu ningunear al lehendakari López, de aceptar algunos traspasos a Euskadi en unas condiciones que hasta entonces siempre habían sido rechazadas por Madrid y la apertura de una línea de reflexión-acuerdo con los nacionalistas sobre materia de pacificación. Se evitaba el desastre, pero seguía el desgaste.

Tras la reforma laboral, Europa y los mercados exigían la de las pensiones y meter en cintura a unas cajas de ahorro que, en muchos casos, han sido en las últimas décadas el gran juguete que ha dado poder a familias y grupos territoriales. Y el presidente se lanzó de nuevo a la faena.

Consuelo

Con el PP instalado en el 'no' y los nacionalismos renuentes a dejarse pelos en la gatera a pocas semanas de la cita con las urnas del 22 de mayo, todo apuntaba a que Zapatero tendría que afrontar el reto sin coraza. Otro paso más en su inmolación. Ya no hay dudas de que no repetirá como candidato. Todo indica que así lo comunicará oficialmente al comité federal de su partido antes de las municipales y que simultáneamente señalará al vicepresidente Rubalcaba como su sustituto en busca de una derrota más dulce. Sólo le queda el consuelo de que la historia le reconozca un día que hizo lo que necesitaba el país para evitar el desastre. Aunque, eso sí, poco tenga que ver con el recetario ideológico de la izquierda.

Zapatero ha perdido el futuro, pero no el olfato. No es lo mismo reformar las pensiones por decreto con una fenomenal bronca social que en compañía. Y ahí el necesitado presidente ha sabido encontrar y persuadir a otros dos necesitados: los sindicatos y la patronal. CC OO y UGT salieron tocados de la fallida huelga general de septiembre y zaheridos por los sectores más conservadores. Joan Rosell necesita llevar a la CEOE a una nueva etapa tras el negro mandato de Gerardo Díaz Ferrán.

Con este escenario, al PP no le quedará más remedio en los próximos días que acercarse al gran pacto social. Todo un respiro para Zapatero, sin duda. Pero, por encima de ello, todo un respiro para el PSOE. Para los miles de candidatos que en pocas semanas se someterán al veredicto ciudadano en las urnas. Y para Rubalcaba y quienes enarbolarán la bandera del PSOE en las próximas generales con el objetivo de, al menos, evitar la debacle y, lo que parece más difícil, impedir la mayoría absoluta del PP.

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