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Urkullu y Gerenabarrena, con Ortuzar sentado entre ambos, en el Aberri Eguna del año pasado. :: LUIS ÁNGEL GÓMEZ
Los escándalos en Álava tensan la relación entre Urkullu y Gerenabarrena
pse y pp redoblan la presión

Los escándalos en Álava tensan la relación entre Urkullu y Gerenabarrena

El líder del EBB, muy molesto por la escasa información interna que recibe del 'caso Miñano' y la trama de espionaje

OLATZ BARRIUSOo.barriuso@diario-elcorreo.com

Jueves, 20 de enero 2011, 08:16

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Dicen quienes mejor le conocen que Iñigo Urkullu nunca da puntada sin hilo. Tal vez por eso, a casi nadie se le escapó el matiz, nada inocente, que el presidente del PNV introdujo el pasado martes en su tercera denuncia pública consecutiva de la supuesta trama de espionaje en Álava, que lleva calificando desde el sábado de «chapucera, indecente y asquerosa». El líder jeltzale negó rotundamente en Radio Euskadi que la «dirección nacional» del partido haya dado nunca órdenes de recopilar información comprometida sobre sus rivales políticos, pero nada dijo del Araba buru batzar, que, según la declaración ante el juez del principal imputado -el que fuera 'número dos' del partido en Álava, Aitor Tellería-, le encargaba indagar los «anónimos» que llegaban a la sede alavesa. La investigación judicial trata de dilucidar si Tellería lo hacía con la ayuda de dos ertzainas de la unidad antiterrorista, encausados en el mismo sumario. «Es revelador y sorprendente. La dirección nacional, no. ¿Y las demás direcciones?», se preguntaba ayer el socialista Txarli Prieto. «Urkullu cree a todo el mundo, pero no le pagan por poner la mano en el fuego por nadie. Él ha dicho lo que él sabe», explican en el entorno del líder del PNV. También, revelador.

Las palabras de Urkullu desvelan, a nada que se rasque en la superficie, el «tremendo enfado» del presidente del partido, según coinciden todas las fuentes consultadas, con la ejecutiva alavesa y, especialmente, con su líder, Iñaki Gerenabarrena, que en los diez meses transcurridos desde que estallara el primer escándalo -que acabó con la carrera política del exdiputado foral Alfredo de Miguel, imputado en el 'caso Miñano' por presunto cobro de comisiones ilegales- ha mantenido una actitud entre airada y a la defensiva ante las sucesivas informaciones que se han ido desprendiendo de los sumarios. Gerenabarrena ha comparecido en contadas ocasiones ante los medios, nunca con la misma contundencia que lo han hecho Urkullu y el diputado general alavés Xabier Agirre, de quien el presidente del ABB también se ha distanciado de forma considerable, aunque el trato nunca fue especialmente cercano. «Su relación tampoco es extremadamente cordial, que digamos», apuntan en el PNV.

El también vicepresidente de la Caja Vital mantiene lazos de amistad con parte de los imputados, pertenecientes a su círculo más estrecho de colaboradores hasta que fueron apartados de forma fulminante de sus cargos -institucionales e internos- tras salir a la luz la trama de corrupción, de la que se derivó después el turbio asunto del espionaje. Por esa cercanía, apuntan distintos medios peneuvistas, a Urkullu le exaspera especialmente la muy escasa información que sobre el asunto ha recibido y recibe de Gerenabarrena y de uno de sus hombres más cercanos, también burukide del EBB, Aitor Alzola.

«Se queja cada dos por tres de que no le informan de nada», asegura un cargo del partido, que cree que la actitud más bien huidiza de los dirigentes alaveses hace recaer sobre Urkullu «todo el peso» del 'affaire', no precisamente liviano. El líder del EBB y su entorno más próximo han admitido que afrontan los escándalos con la «máxima preocupación» y que se está lesionando muy seriamente la imagen del partido. «Ellos sólo dicen que no hay nada, que no saben nada, miran al techo, y Urkullu se entera por el periódico, no sabe con qué se va a desayunar al día siguiente», apunta otro miembro del partido.

«Un tipo serio»

La situación ha contribuido a tensar una relación que nunca ha sido especialmente fluida, no sólo porque Gerenabarrena esté más próximo a las tesis soberanistas de Egibar, sino porque ambos representan dos estilos opuestos de hacer política. «Urkullu es un tipo serio, de pocas palabras y esto le rompe todo su discurso ético», apuntan en círculos peneuvistas, donde se interpreta la contundente denuncia que hizo Urkullu del espionaje ante 2.500 militantes el pasado domingo en Durango como una manera de decir 'basta' e implicar al cuerpo social del partido.

En el entorno del presidente jeltzale tratan de quitar hierro al asunto, pero son conscientes de que es imposible disimular la contrariedad de Urkullu. «La relación no es mala, pero sí complicada. Estos temas, evidentemente, dificultan las relaciones». Lo cierto es que, como demostró la ovación de la militancia en Durango, el grueso del partido apoya la postura de tolerancia cero. Al día siguiente, un Gerenabarrena que no pudo disimular su nerviosismo compareció ante los medios de comunicación en Vitoria -ya lo tenía previsto- pero, por primera vez, aseguró que «estará fuera del partido» quien haya espiado. También cargó, eso sí, contra las «barbaridades» publicadas en los medios y la «vomitiva» actitud del PP al exigir la dimisión en bloque de su ejecutiva.

La militancia más próxima a Gerenabarrena y a los imputados, a su vez, ve con indignación la actitud del líder del PNV al insistir en que deben entregar los carnés por el bien del partido. Creen que está poniendo a 'Txitxo' de Miguel, a Tellería y al resto de encausados a los pies de los caballos. Incluso lamentan que el partido les esté haciendo una especie de juicio paralelo, en lugar de arroparles apoyándose en la presunción de inocencia. El EBB es consciente de que es difícil que accedan a irse del PNV porque están convencidos de que eso sería equivalente a autoinmolarse como culpables.

Lo que resulta innegable es que la contestación interna a Gerenabarrena va creciendo, sobre todo en Vitoria, al mismo ritmo que el líder del ABB va perdiendo apoyos en las juntas municipales, como quedó patente en la caída del candidato que apoyaba para la Alcaldía, Ramiro González. Tampoco la crítica Malentxo Arruabarrena pasó la criba y hubo que buscar un tercer aspirante. Distintas fuentes jeltzales contemplan como factible que en la próxima elección del consejo territorial -que toca para principios de 2012- haya una candidatura alternativa que dé la batalla.

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