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Sábado, 27 de noviembre 2010, 03:46
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Cuando era joven, la vida era más tranquila y cada cosa venía a su tiempo. Pero llegó la sociedad de consumo, y las ofertas fueron adelantándose poco a poco y la vida fue aumentando de velocidad de una forma que si no es vertiginosa, le falta poco. Como todo esto puede sonar a jeroglífico, les contaré lo que ocurría antaño y lo que nos está ocurriendo hogaño. Antaño, por ejemplo, las cosas de primavera se ofrecían en primavera; las del verano llegaba en verano; en otoño se presentaban las cosas de otoño y en Navidad las de Navidad y todos tranquilos.
Puede que las ofertas se anticipasen un poco para que tuviésemos tiempo de adquirir lo que corresponde a cada tiempo pero aquello no suponía ningún empujón ni aceleración de la vida, que transcurría más bien tranquila y a su paso. Pero llegó eso del consumo y como hay que ofrecer mucho para que compremos mucho, cada marca procura anunciarse antes que las otras y ya tenemos a nuestra vida tranquila convertida en una carrera de velocidad.
Comenzando por el verano, vemos que en esa estación pensada para las vacaciones y el descanso nos dan un desconsiderado empujón ofreciendo lotería de Navidad. Y cuando disfrutamos de los últimos solecitos veraniegos nos dan otro empujón con la vuelta al colegio. Nos metemos en otoño y al entrar en el supermercado me dan otro empujón porque lo primero que veo son las estanterías de dulces y turrones.
Y en noviembre ya se nos llenan los escaparates con las figuras del nacimiento, las iluminaciones navideñas callejeras y nos dan otro buen empujón mandándonos anuncios y libros llenos de miles de juguetes de Reyes. Y terminada la historia navideña, la lotería y los Reyes nos vienen empujando de nuevo con la moda de primavera y cruceros de verano a pagar por anticipado.
Y con esto creo que he completado el círculo de la pescadilla que se muerde la cola y vuelta a empezar y cada año más empujones y mas velocidad. Lo malo no es que nos hagan vivir más deprisa. Lo peor es cuando no podamos ya correr más y nos sigan dando empujones e incluso patadas en el culo para que sigamos pisando el acelerador.
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